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       # taz.de -- Annäherungen zwischen Kuba und USA: Mein Obama-Besuch
       
       > Für die Kubaner war der Obama-Besuch gute Unterhaltung und ein
       > Versprechen auf die Zukunft. Mehr nicht. Weniger aber auch nicht.
       
   IMG Bild: Der Obama-Besuch im März war ein Event. Und sonst noch?
       
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       Drei Monate nach dem Besuch des US-Präsidenten in Kuba ist den meisten
       Kubanern vor allem sein Auftritt in der populärsten Comedy-Show des
       kubanischen Fernsehens in Erinnerung. Die Leute erinnern sich auch daran,
       dass dieser erste US-Regierungschef, der seit 90 Jahren die Insel besuchte,
       typische Sätze auf spanisch sagte, dass er Domino spielte und in der
       Öffentlichkeit seine Frau streichelte, als sie die Gangway hinaufstiegen.
       
       Für die Leute erschien Obama wie der charismatische Held einer
       Reality-Show. In seiner Rede an das Volk brachte er Sätze von José Martí
       unter, und viele dachten, er würde improvisieren, als er in Wirklichkeit
       von einem für das Publikum nicht sichtbaren Teleprompter ablas. Nicht
       einmal die hochideologischen Kommentare nach seiner Abreise, die ihn
       entmystifizieren sollten, konnten den Eindruck trüben, den hier jemand
       hinterlassen hatte, der die Situation vollkommen im Griff hatte.
       
       Mir hingegen dient Obamas Besuch als ein Vorwand, um mal auf uns selbst zu
       schauen, den Blick von dem Event selbst weg und auf unsere Phobien als
       Land, unsere Schwächen als Gesellschaft zu schauen. Ich möchte anhand der
       Ereignisse vom 20. bis 22. März über ein paar Sachen nachdenken.
       
       Zum Beispiel über die Medienpolitik in einem vollkommen veränderten
       Szenario. Über die Verwandlung beider Regierungen von Feinden zu Freunden.
       Was hat sich wirklich verändert? Wann haben sich der Lärm und die Wut
       eigentlich gelegt? Ich will nachdenken über Sensationalismus und
       Propaganda.
       
       Obamas Auftritt in Kuba war eine Lektion in Politik-Marketing, die unsere
       eigenen Führungsleute wie Wickelkinder aussehen ließ, die im eigenen Land
       aus ihrer Wohlfühlblase gezerrt wurden. Ich kann mich nicht erinnern, je
       etwas über die kulinarischen Vorlieben oder das Nachtleben einer unserer
       Führungsleute und seiner Familie erfahren zu haben, oder ob sie auf einer
       Reise von ihrer Schwiegermutter begleitet wurden. Wie man das verkauft, ist
       auch eine Art, Politik zu machen.
       
       Ich kann mich auch nicht an eine so desolate Stadt wie Havanna in jenen
       Tagen erinnern, auch nicht an so viele verdeckte Polizisten in den Straßen.
       
       Schade, dass im letzten Moment die Live-Berichterstattung in Radio und
       Fernsehen gestrichen wurde. Es gab sogar schon eine extra entwickelte
       Technologie für die Übertragung aufs Handy.
       
       Es war fast tragikomisch, die Anweisungen an die Medien mitzubekommen,
       nicht zu apologetisch zu berichten: wenn wir bis vor kurzem noch Gegner
       waren, dann sollten die Berichte jetzt nicht zu lobend ausfallen, und es
       sollten auch keine Fähnchen geschwenkt werden.
       
       ## Wer besseres Internet will, wird noch warten müssen
       
       Was hat sich nun mit dem Besuch tatsächlich im täglichen Leben der Kubaner
       verändert? Viel und nichts. Für den Normalbürger war das gute Unterhaltung,
       mit Hoffnungen und Versprechungen für die Zukunft. An seiner Lage aber hat
       sich nichts geändert.
       
       Aber es gibt ein paar Dinge, die heute gar nicht für große Aufregung
       sorgen, aber trotzdem Weichen für die Zukunft stellen. Es wäre zum Beispiel
       übertrieben pessimistisch, nicht zu sehen, was für wöchentliche
       Schlagzeilen die US-kubanischen Beziehungen heute produzieren: ständig neue
       Abkommen und Übereinkünfte, von Sport über Landwirtschaft zu Medizin und
       Biotechnologie bis zu direkten Postsendungen. Darüberhinaus gibt es ständig
       Berichte über den Fortgang der Gespräche, die hinter verschlossenen Türen
       geführt werden.
       
       Wer besseres Internet will, einen besseren öffentlichen Nahverkehr, wer
       anderen Parteien als der kommunistischen beitreten oder einfach mehr
       US-Gerichte auf den Tisch bekommen will, wird noch warten müssen, wie
       dieses politische, wirtschaftliche und soziale Schachspiel ausgeht.
       
       Aber unterdessen haben wir, kurz nach Obamas Abreise, mit den 70jährigen
       Rolling Stones Satisfaction getanzt, haben ein Stück Havannas für eine
       Modenschau von Chanel hergegeben und diskutieren im Nachhinein die
       Grundsatzdokumente des 7. Parteitags, die über unsere Zukunft in den
       nächsten 20 Jahren entscheiden sollen. Ohne Eile, aber ohne Unterlass.
       
       ***
       
       Versión original: 
       
       ## Mi visita de Obama
       
       Tres meses después de que llegara a Cuba el presidente estadounidense
       Barack Obama, el recuerdo más vívido para muchos cubanos es aún la
       aparición que este hiciera en el show humorístico más seguido en la
       televisión nacional. La gente también recuerda que el primer gobernante
       norteamericano que viajó a la Isla en casi 90 años lanzó un saludo
       cubanizado, dijo frases típicas en español, jugó domino, y acarició en
       público a su esposa en la escalerilla del avión.
       
       Obama para la gente lució como el carismático héroe de un reality show.
       Colocó frases de José Martí en el discurso al pueblo, y muchos llegaron a
       pensar que improvisaba, cuando en realidad leía del teleprompter, invisible
       para el auditorio. Ni siquiera los discursos ideologizantes para
       desmitificarle, después de que se fuera, logran opacar a quien en todo
       momento demostró dominio total del terreno.
       
       Sin embargo, me atrae más la visita de Obama como pretexto para mirarnos a
       nosotros mismos, apartando la mirada del evento principal, y para “leer“ a
       partir de ahí nuestras fobias como país, nuestras debilidades como
       sociedad. De lo que vivimos en Cuba del 20 al 22 de marzo pasados, me
       inquieta pensar en ideas como estas: el manejo de la política editorial de
       los medios en un contexto nuevo por completo; el tránsito de enemigos a
       amigos entre los dos gobiernos; qué cambió en definitiva, cuando se
       aplacaron el ruido y la furia, el sensacionalismo y la propaganda.
       
       El despliegue obamístico fue una lección de marketing político, que hizo
       lucir a nuestros dirigentes en pañales, fuera de su zona de confort aún en
       su propio escenario. No recuerdo haber sabido en mi vida sobre los gustos
       culinarios de un dirigente en mi país, de sus actividades nocturnas junto a
       su familia, o si viajan junto a su suegra alguna vez. Y cómo se manipula
       eso también es una forma de hacer política.
       
       Tampoco tengo memoria de una ciudad tan desolada como en aquellos días, ni
       de tantos policías encubiertos en las calles.
       
       Lástima que cancelaran a última hora la cobertura por televisión y radio,
       pues se habría estrenado tecnología móvil para transmitir en tiempo real
       por Internet, con teléfonos móviles.
       
       Fue trágico-cómico conocer sobre instrucciones de directivos de medios a
       sus periodistas, advirtiendo moderar el discurso apologético hacia los
       americanos. Si hasta poco tiempo antes éramos oponentes, no era aquel el
       momento para para lanzar demasiados elogios, ni bienvenidas con banderitas.
       
       Ahora, ¿cómo se manifiesta en hechos la trascendencia de la visita, para la
       vida diaria de los cubanos? ¿Qué ha cambiado?
       
       Yo digo que mucho, y digo que nada. Para el ciudadano común, no ha sido más
       que entretenimiento, que deja más expectativas y promesas de futuro, que
       evidencias de movimiento real hacia otro estado de cosas.
       
       Ocurren, no obstante, hechos que si bien ahora no se hacen notar demasiado,
       sentarán nuevas bases a largo plazo. Sería demasiado pesimista minimizar
       por ejemplo, que las relaciones Cuba- USA acaparan al menos un titular a la
       semana: nuevos acuerdos, tratos comerciales, diálogos en casi todos los
       temas (deporte, agricultura, medicina, correo postal directo,
       biotecnología). Además, con frecuencia se hacen públicas conversaciones que
       transcurren a puertas cerradas.
       
       El arribo de estadounidenses a la Isla ha aumentado en un 100 por ciento
       este año, según cifras del Ministerio de Turismo. El anuncio más reciente
       fue sobre vuelos directos operados por compañías americanas. Se espera que
       en un futuro se autoricen hasta 20 vuelos diarios.
       
       Quien quiera más Internet, mejor transporte público, militar en partidos
       políticos alternativos al Comunista, o simplemente más comida norteña en su
       mesa, tendrá que esperar, mientras se reacomoda el ajedrez político,
       económico y social de Cuba.
       
       Mientras tanto, después que Obama regresó a la Casa Blanca, bailamos
       Satisfaction con los septuagenarios Rolling Stones, cedimos un pedazo de
       espacio público en La Habana vieja para el desfile de Chanel, debatimos a
       posteriori los documentos programáticos del 7mo congreso del Partido, que
       decidirán nuestro futuro en los próximos 20 años. Sin prisa, pero sin
       pausa.
       
       22 Jul 2016
       
       ## AUTOREN
       
   DIR Lidia Hernández Tapia
       
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