SISTEMAS INFORMATICOS Por el Lic. Juan Santa Ana En los artículos anteriores vimos como empleados infieles aprovechando la falta de seguridad en los sistemas informáticos los utilizaron en beneficio propio. En esta historia los protagonistas no fueron los empleados y el sistema era muy confiable y tan versátil que posibilitaba hasta evasión de impuestos Al observar el caso me acordé de las palabras de mi profesor de contabilidad de la escuela secundaria, que siempre decía: "existen sociedades comerciales donde algunos ponen la plata y otros ponen la cabeza para hacer el negocio, pero al poco tiempo los que pusieron la plata son los que se toman la cabeza por las perdidas ocasionadas" El comercio era, o mejor dicho es, un restaurante de la zona donde se encuentran los más distinguidos de la Capital Federal, el mismo estaba en sociedad. Algunos de los integrantes, como Juan y Rafael sólo aportaron dinero y todos los fines de mes retiraban sus ganancias en relación al capital aportado, pero la atención estaba a cargo de los especialistas en el rubro que eran José y su hijo Francisco. Un día en reunión de socios decidieron informatizarse, consideraron que muchos comercio de la zona ya contaban con computadora para facturar a las mesas, y también, de acuerdo a lo visto, el sistema le facilitaría la adquisición de mercadería y controlaría el stock, evitando la "perdida" por parte de los empleados. El encargado de elegir el sistema sería Francisco, quién por su juventud la informática no era cosa extraña y podría consultar entre sus colegas cual era el sistema más versátil. Las averiguaciones de Francisco lo llevaron a una pequeña empresa del barrio de Almagro, la misma tenía un sistema para bares y restaurantes muy utilizado en el ramo que estaba desarrollado en BASIC, lenguaje común para la época, si consideramos que los acontecimientos se sucedieron siete años atrás. La programación además de la facturación de las mesas permitía prever que cantidad de mercadería era necesaria para cada plato y descontaba del stock el consumo. Con esa información se programaban las compras, pero lo interesante era que contaba con un módulo de "evasión", con éste se podía dar facturas o comprobantes a todos los clientes y al final del día era posible borrar una cantidad de comprobantes del archivo y automáticamente los que quedaban eran renumerados, por ejemplo: si tenían de las facturas del número 100 al 200 y se borraban 25, los números de las restantes se modificaban de manera tal que fueran correlativos de 100 a 175. En la actualidad con las nuevas disposiciones eso es imposible. La empresa fue informatizada, pero los socios capitalistas nunca se enteraron de las bondades del sistema, solo al tiempo comenzaron a sufrir sus consecuencias, dado que cada vez las ganancias que retiraban era menores. Pero como siempre, el abuso llegó a tal punto, que en el mes de enero, en esas calurosas noches de verano, el restaurante que tenía mesas bajo la arboleda de una fresca plaza no tuvo clientes. Los socios capitalistas entraron en sospechas, consultaron a un abogado, y realizaron una denuncia en un Juzgado penal, se buscaba una doble contabilidad. El Juez que intervino en la causa era la primera vez que tenía un caso delito cometido con computadoras y le puso especial atención, por lo tanto ordenó un allanamiento al que concurrió personalmente junto con policías especialistas en informática y secuestró dos computadoras, una que se usaba para facturar el primer piso y la otra para planta baja. Los policías procedieron a buscar la doble contabilidad pero la hipótesis de los denunciantes era equivocada no existía dicho trabajo, solo era el borrado de facturas, imposible de detectar. Estudiando la información del disco los peritos policiales detectaron cual era la empresa que vendió el sistema y concurrió a la misma, la que no dio muchas explicaciones referente a su funcionamiento, pero a pesar de que el mismo era ignorado por los investigadores y por temor a que éstos lo advirtieran sacaron del sistema el modulo de "evasión", de tal manera que el restaurante cuando se informatizó nuevamente ya no podía borrar las facturas. Los autores de la estafa José y su hijo Francisco salieron airosos, pero la ambición los perdería, ellos querían seguir con sus ganancias "extras"; entonces idearon una nueva maniobra: en una computadora facturaban para el cliente y al cerrar por las noches en la otra computadora refacturaban para los socios capitalistas con los platos al 50% de su valor real. La excusa era que ahora después de la denuncia no podían cambiar rápidamente las ganancias porque se darían cuenta del ilícito. Mientras tanto, los socios damnificados y su abogado solicitaron al Juez un nuevo allanamiento y secuestro de computadoras, cosa que no era esperada por los delincuentes. Fue así como un día, después de tres meses del primero se hicieron presentes en el comercio el secretario del Juzgado y policías especializados en informática, llevándose las computadoras. Esta vez la cosa fue más sencilla; estudiados los sistemas no existía explicación lógica para las diferencia de valores en los mismos platos e iguales consumos, y como los damnificados habían mandado clientes que se quedaron con la factura, todo cerró perfectamente para comprobar la estafa. Francisco, el hijo de José, fue procesado por estafas reiteradas, dado que él era el que tenía los conocimientos de informática y se responsabilizó por la maniobra. Como los lectores pueden ver en éste caso no existieron fallas de seguridad en el sistema, si, en cambio una ambición de ganancia desmedida que fue la que los llevó a reiterar la maniobra por caminos diferentes, a pesar de tener una denuncia en contra.