En 1971, Ron Rosenbaum, columnista de la revista Slate, redactó una historia para la revista Esquire acerca de una confederación informal de protohackers que construían dispositivos —pequeñas cajas azules— capaces de descifrar redes telefónicas. A continuación se reproduce el artículo original de 1971, "Secretos de la Pequeña Caja Azul". --- Para ESQUIRE "Secretos de la Pequeña Caja Azul" ////////////////////////////////// Por Ron Rosenbaum En este país existe una red telefónica clandestina. Al Gilbertson (he alterado su nombre) la descubrió al día siguiente de su arresto por fabricar "cajas azules" ilegales, delito del que no se arrepiente precisamente. Estoy sentado en el linving del creador de la caja azul. Gilbertson tiene cómodamente en la palma de la mano una de sus relucientes cajas azules, negras y plateadas, y señala los trece pequeños botones rojos que sobresalen de la consola. Bailoleta con sus dedos sobre los botones, tecleando discordantes tintineos electrónicos. Intenta explicarme cómo su pequeña BlueBOX pone todo el sistema telefónico mundial - satélites, cables y todo - al servicio del operador de la caja, de forma gratuita. Nada menos. Básicamente te da el poder de una superoperadora. Enlaza circuitos en tándem con este botón superior —presiona el botón superior con el dedo índice y la caja azul emite un pitido agudo—, y así — la caja azul pía de nuevo—, controla los sistemas de conmutación de larga distancia de la compañía telefónica desde tu adorable teléfono Princess o cualquier teléfono público. Y logras anonimato. Una operadora tiene que operar desde una ubicación definida: la compañía telefónica sabe dónde está y qué hace. Pero con tu caja de tonos, una vez que accedes a una línea troncal - por ejemplo, desde un número 800 de Holiday Inn - no pueden saber dónde está ni de dónde viene; desconocen como se ha colado en sus líneas y aparecido en ese número 800. Ni siquiera saben que lo ocurrido sea ilegal. Y puede ocultar sus orígenes a través de todos los niveles que quiera. Puede comunicarse con la casa de al lado pasando por el cable de White Plains, luego a Liverpool, y volver nuevamente aquí vía satélite. Puede llamarse a usted mismo desde un teléfono público en cualquier parte del mundo a un teléfono público cercano. Y además con cobro revertido. "¿Y no pueden rastrear las llamadas? ¿No pueden cobrarte?" "No si lo hace bien. Pero pronto descubrirá que las llamadas gratuitas no son tan emocionantes como la sensación de poder que te da tener una de estas maravillas en la mano. He visto a gente conseguir uno de estos aparatos por primera vez y empezar a usarlo, y descubrir que puede hacer conexiones, establecer patrones de conmutación entrecruzados y en zigzag por todo el mundo. Y finalmente apenas hablan con las personas con las que se comunican. Saludan y empiezan a pensar en qué tipo de llamada hacer a continuación. Se vuelven un poco locos." Baja la vista hacia el pequeño y elegante paquete en la palma de su mano. Sus dedos siguen bailando, tecleando patrones de tonos. "Creo que tiene algo que ver con lo pequeño que son mis modelos. Existen muchísimas BlueBOX dando vueltas, pero las mías son las más pequeñas y sofisticadas electrónicamente. Ojalá pudiera enseñarle el prototipo que hicimos para un gran pedido de la mafia. Suspira. "Recibimos un pedido de mil cajas generadoras de tonos por parte de un líder de la mafia de Las Vegas. Las usan para hacer apuestas de costa a costa, mantenían las líneas abiertas durante horas, y todo eso les salía un dineral cuando tenían que pagar. El trato fueron mil BlueBOX a 300 dólares cada una. Antes las vendíamos a 1.500 dólares cada una, pero 300.000 dólares de una sola vez fue difícil de rechazar. Cerramos el acuerdo de fabricación en las Filipinas. Todo listo para empezar. En fin, el modelo que tenía listo para una producción masiva algo limitada era lo suficientemente pequeño como para caber dentro de una caja de Marlboro. Como teclado tenía un panel táctil al ras, en lugar de estos botones antiestéticos que sobresalen. Parecía una pequeña radio portátil. De hecho, incorporé al diseño un pequeño receptor transistorizado con sintonía a un canal de amplitud modulada, para que - en caso de que la policía sospechara - el propietario pudiera encender la radio AM, chasquear los dedos y nadie se diera cuenta de que estaba ocurriendo algo ilegal. Pensé en todo para este modelo: lo recubrí con una banda de termita que podía encenderse mediante una señal de radio emitida por un emisorcito con un botón en el cinturón, que la reduciría a cenizas al instante en caso de una redada. Era precioso. Un aparatito precioso. Deberías haber visto las caras de los de esa organización cuando volvieron después de probarlo. Lo sostenían en la palma de la mano como si no quisieran soltarlo nunca, y decían: "No lo puedo creer. No lo puedo creer". Probablemente no lo crea hasta que lo pruebe. ###Puedes llamar a larga distancia por menos de lo que piensas "Verá, hace unos años la compañía telefónica cometió un gran error", explica Gilbertson dos días después en su apartamento. "Fueron lo suficientemente descuidados como para publicar en una revista técnica las frecuencias reales utilizadas para crear todos sus tonos multifrecuencia. Sólo un artículo teórico que un ingeniero de Bell Telephone Laboratories escribió acerca de la teoría de la conmutación de señales, y ya que estaba, enumeró los tonos del circuito. Había pasado varios años en ----- [una conocida escuela técnica] experimentando en telefonía antes de dar con un ejemplar de esa revista en la biblioteca de ingeniería. Corrí de vuelta al laboratorio y desde que ví el artículo tardé unas doce horas en armar la primera BlueBOX funcional. Era más grande y tosca que este pequeño pulsador, pero funcionó. Toda esa revista técnica está en el dominio público, puesto que principalmente fue redactada por gente de los Laboratorios Bell para otros ingenieros telefónicos. O al menos ERA público. "Intente conseguir una copia de ese ejemplar en alguna biblioteca de ingeniería ahora. Bell los ha retirado de circulación", me dice Gilbertson. "Pero ya es demasiado tarde. Ahora todo es conocido. Y una vez que se hicieron públicos, la tecnología necesaria para crear tu propio generador de tonos se encuentra al alcance de cualquier niño de doce años, de hecho, de cualquier niño ciego de doce años. Y estos podrían hacerlo en menos de las doce horas que nos llevó a nosotros. Los niños ciegos lo hacen todo el tiempo. No pueden construir nada tan preciso y compacto como mi pulsador, pero los suyos pueden hacer todo lo que el mío hace". "¿Cómo dice?" "Bueno, vea. Hace unos veinte años, AT&T tomó la decisión multimillonaria de operar todo su sistema de conmutación de larga distancia a través de doce combinaciones de seis tonos maestros generados electrónicamente. Se trata de esos tonos de audio que puede oír de fondo en ocasiones tras discar un número de larga distancia. Decidieron usar tonos muy simples: el tono para cada número consiste en unicamente dos tonos fijos monofrecuencia reproducidos simultáneamente para crear un pulso de frecuencia específico. Por ejemplo, emitir tonos de 1300 ciclos por segundo y 900 ciclos por segundo combinados producen el tono del dígito 5. Ahora bien, lo que algunos de estos fanáticos de las llamadas telefónicas han conseguiro es lograr acceso con un órgano electrónico. Cualquier órgano doméstico barato para estudiantes funcionará. Puesto que las frecuencias ahora son de dominio público (un fanático de las llamadas telefónicas ciego incluso las grabó uno de esos libros parlantes para ciegos), solo tienen que buscar los tonos telefónicos que corresponde a las notas musicales del órgano. Luego las graban. Por ejemplo, para obtener el tono "Ma Bell" [la compañía telefónica norteamericana] para el número 1, hay que presionar simultáneamente las teclas del órgano Fa de la segunda octava (F5) y La de la segunda octava (A5) [900 y 700 ciclos por segundo]. Para producir el tono del 2, se presionan Fa de la segunda octava (F5) y Do de la tercera (C6) [1100 y 700 cps]. Los phreaks telefónicos de hecho sacaron la tabla completa de frecuencias de las notas, así que ya no se necesita el ensayo y error. Me muestra un listado con el resto de los números de teléfono y las dos teclas del órgano eléctrico que los producen. "En realidad, hay que grabar estas notas a una velocidad de cinta de 9,5 cm/s y duplicarla a 19,5 cm/s al reproducirlas, para obtener los tonos correctos", añade. "Entonces, una vez grabados todos los tonos, ¿cómo se conectan al sistema telefónico?" "Bueno, toman su órgano y su grabadora de casetes y empiezan a tocar números de teléfono completos en el órgano, incluyendo códigos de país, instrucciones de enrutamiento, y tonos de 'KP' y 'Start'. O - si no tienen un órgano - alguien de la red de phreaks telefónicos les envía un casete con todos los tonos grabados: en ese, una voz dice "Número uno", luego el tono, "Número dos", luego el tono, y así sucesivamente. De esta manera, con una grabadora pueden crear una serie de números telefónicos alternando entre ellos. Cualquier idiota del país con un doble casetera puede efectuar todas las llamadas gratis que quiera. "¿Quieres decir que simplemente acercas la grabadora al micrófono y reproduces una serie de pitidos que has grabado? ¿El teléfono cree que todo lo que produce estos tonos debe ser su propio equipo?" "De eso se trata. Mientras la frecuencia se mantenga dentro de los treinta ciclos por segundo de los tonos de la compañía telefónica, el equipo telefónico cree oír su propia voz hablándole". El phreak telefónico original era un chico ciego con oído absoluto, Joe Engressia, que solía silbar al teléfono. Un operador podría distinguir entre su silbato y el generador de tonos electrónico de la compañía telefónica, pero el circuito de conmutación de la compañía telefónica era incapaz de discernirlo. Cuanto más grande se vuelve la compañía telefónica y más se aleja de los operadores humanos, más vulnerable se vuelve a todo tipo de phreaking telefónico. "¿Qué hay de la reciente serie de arrestos en todo el país: Nueva York, Cleveland, etc., con las BlueBOX" pregunté. "¿Cómo los atraparon tan fácilmente?" "Por lo que sé, cometieron un gran error: restringieron troncales usando un código de área más 555-1212 en lugar de un número 800. Usar el 555 es fácil de detectar porque al enviar pitidos multifrecuencia desde un 555, se registrará un cargo en la cinta y cuando algún usuario solicite información del motivo por el cual le intentan facturar una llamada de dos horas a Akron, Ohio, el sistema de contabilidad sabría que algo anda mal. Eso envía una notificación de problema que va directamente a manos del agente de seguridad, para dar con la BlueBox. Quien les vendió las bluebox a esos tipos no les explicó cómo usarlas correctamente, lo cual es bastante irresponsable. Y fueron bastante estúpidos al usarlas desde su casa todo el tiempo. Pero lo que esos arrestos realmente significan es que muchísimas bluebox se encuentran inundando el país y que la gente las encuentra tan fáciles de fabricar que aprenden cómo hacerlas antes de cómo usarlas. Mamá Bell está en problemas. ¿Y si un operador de Bluebox o un phreak de teléfonos con grabadora de casetes se limita a los teléfonos públicos y a los números 800, la compañía telefónica no puede detenerlos? No, a menos que cambien toda la tecnología de sus líneas telefónicas de larga distancia a nivel nacional, lo que conllevaría miles de millones de dólares y veinte años. Ahora mismo no pueden hacer nada. Están jodidos. ###El Capitán Crunch Demuestra Su Famosa Unidad Al Gilbertson descubrió la red telefónica clandestina el mismo día que las noticias de sus actividades aparecieron en letra de molde. Esa noche, su teléfono empezó a sonar: Phreaks telefónicos de Seattle, Florida, Nueva York, San José y Los Ángeles empezaron a llamarlo para contarle sobre la red. Recibió una llamada de un phreak telefónico que no decía nada más que: "Cuelga y disque este número". Al discarlo, se encontró inmerso en una llamada en conferencia con una docena de phreaks telefónicos organizada a través de una centralita peculiar de la Columbia Británica. Se autoproclamaron phreaks telefónicos, le demostraron sus BlueBox caseras, a las que llamaban "M-F-ers" (por "multifrecuencia", entre otras cosas), y fanfarronearon sobre sus dispositivos. Le revelaron sus secretos bajo la teoría de que si la compañía telefónica estaba persiguiéndolo, debía ser de confianza. Y - recuerda Gilbertson - lo dejaron atónito con su sofisticación técnica. Le pregunto cómo contactar con la red de phreaks telefónicos. Rebusca entre un archivo de esquemas antiguos y encuentra una docena de números en tres códigos de características de área muy distantes entre sí. "Esos son las centralitas", me dice. Junto a algunos números, hay escritos nombres o apodos: "Capitán Crunch", "Dr. No", "Frank Carson" (también un sosías de "llamada gratuita"), Marty Freeman (palabra clave para un "dispositivo de lunes a viernes"), "Peter Perpendicular Pimple", "Alefnull" y "El Gato de Cheshire". Entre estos apóstoles subraya los nombres de quienes son ciegos. Hay cinco marcas. Le pregunto quién es ese tal Capitán Crunch. "¡Uh. el Capitán! Es probablemente el phreak telefónico más legendario. Se hace llamar Capitán Crunch por el famoso silbido de 2600 ciclos del Capitán Crunch". Hace varios años - explica Gilbertson - los fabricantes del cereal de desayuno Cap'n Crunch ofrecían un silbato de juguete como premio con cada caja de cereal. Vaya a saber cómo, un fanático de las llamadas telefónicas descubrió que el silbato de juguete producía un tono perfecto de 2600 ciclos. Cuando el hombre que se hace llamar Capitán Crunch fue transferido a Inglaterra con su unidad de la Fuerza Aérea, recibía muchísimas llamadas de sus amigos y las "fantasmeaba" (las hacía gratuitas) soplando su silbato Cap'n Crunch en su terminal). "Capitán Crunch es uno de los fanáticos de las llamadas telefónicas más veteranos", me cuenta Gilbertson. "Es un ingeniero que una vez se metió en un lío por jugar con el teléfono, pero no puede parar. Verá, este tipo recorre el país en una furgoneta Volkswagen con una centralita completa y un tablero computarizado supersofisticado de operador telefónico en la parte de atrás. Se detiene en una cabina telefónica en alguna ruta solitaria, saca un cable de la Kombi, lo conecta al teléfono y se sienta durante horas, a veces días, cursando llamadas que recorren todo el país, el mundo entero..." De vuelta en mi motel, marqué el número del "Capitán Crunch" que me dio y pregunté por G---- T-----, su verdadero nombre (o, al menos, el nombre que usa cuando no está encerrado en una cabina telefónica pitando de lunes a viernes más rápido que una bala, navegando fantasmalmente por las líneas de larga distancia de la compañía telefónica). Cuando G---- T----- contestó el teléfono y le dije que estaba preparando un artículo para Esquire sobre phreaks telefónicos, se indignó mucho. "No hago eso. Ya no lo hago en absoluto. Y si lo hago, lo hago por una sola razón. Estoy aprendiendo sobre un sistema. La compañía telefónica es un sistema. Una computadora es un sistema. ¿Entiende? Si hago lo que hago, es solo para explorar un sistema. Computadoras. Sistemas. Ese es mi oficio. La compañía telefónica es... nada más que una computadora." Un tono de entusiasmo contenido se apodera de la voz del Capitán cuando empieza a hablar de los Sistemas. Pronuncia cada sílaba con la pausada deliberación de quien llama obscenamente. "Ma Bell es un sistema que quiero explorar. Es un sistema precioso, ¿sabe?, pero Ma Bell la jodió. Fue terrible porque Ma Bell era un sistema precioso, pero lo jodieron. Aprendí cómo lo jodieron gracias a un par de chicos ciegos que querían que les construyera un dispositivo... determinado. Dijeron que podría hacer llamadas gratis. A mí no me interesaban las llamadas gratuitas, pero cuando estos chicos ciegos me dijeron que podía hacer llamadas a una computadora, se me iluminaron los ojos. Quería aprender sobre computadoras. Quería aprender sobre las computadoras de Ma Bell. Así que les construí el pequeño dispositivo. Solo que lo construí mal y Ma Bell lo descubrió. Ma Bell puede detectar cosas así. Ma Bell lo sabe. Así que ahora estoy completamente al margen. No lo hago. Salvo para aprender." Hace una pausa. "¿Así que quiere escribir un artículo?" ¿Está pagando por esta llamada? Cuelgue y llame a este número... Me pasa un número con un prefijo a mil quinientos kilómetros al norte del suyo. Lo disco. "Hola de nuevo. Soy el Capitán Crunch. Le hablo desde un punto de acceso gratuito en Portland, Oregón. ¿Sabe qué es un punto de acceso gratuito? Se lo diré." Me explica que casi todas las centralitas telefónicas del país cuentan con números de prueba abiertos para permitir que otras centrales evalúen los enlaces de sus líneas. La mayoría de estos números son pares consecutivos, como (302) 956-0041 y 956-0042. Pues bien, unos phreaks telefónicos descubrieron que si dos personas de cualquier parte del país marcan esos dos números consecutivos, pueden hablar entre sí como si una hubiese llamado a la otra, sin que ninguna de las dos afronte el coste, por supuesto. "Su voz está viajando a una centralita 4A allá en Canadá, y retorna rápidamente hacia mí", me dice el Capitán. "Mi voz da vueltas allí y regresa hacia usted, y no le pueden facturar a nadie. Los phreaks telefónicos y yo hemos compilado una lista con muchísimos de estos números. Le sorprendería ver la lista. Podría enseñársela, pero no lo haré. Ya no estoy en eso. No pretendo joder a Ma Bell. Yo sé más. Si hago algo es por el puro conocimiento del Sistema. Puede aprender a hacer cosas fantásticas. ¿Ha oído alguna vez ocho tándems apilados? ¿Conoce el sonido de los tándems apilándose y desapilándose? Deme su número de teléfono. Bien. Cuelgue y espere un minuto. Poco menos de un minuto después sonó el teléfono y el Capitán estaba al habla, con la voz mucho más emocionada, casi excitada. "Quería mostrarle cómo es apilar tándems. Apilar tándems." (Siempre que el Capitán dice "apilar" suena como si se estuviera lamiendo los labios). "¿Qué le parece el enlace en la que se encuentra ahora?", me pregunta el Capitán. "Es un tándem puro. ¡Un tándem puro! Nada se compara con un tandem puro. Ahora le voy a mostrar qué es apilar. Despega, y aterriza en un lugar lejano. Para apilar ese tándem, recorro el país varias veces y luego salgo a Moscú. "Escuche", continúa el Capitán Crunch. "Escuche. Tengo una línea en mi centralita y le voy a dejar oír cómo apilo y desapilo tándems. Escuchen esto. Le va a volar la cabeza". Primero oigo una pulsación rapidísima de tonos telefónicos, como flautas, luego una pausa, luego otra ráfaga de tonos, luego otra, y otra mas. Cada ráfaga va seguida de un bip-kachink. "Ya he apilado cuatro tándems", dijo el Capitán Crunch, con un tono algo distante. "Son cuatro tándems apilados. ¿Sabe lo que significa? Significa que estoy atravesando el país, dos veces, antes de llegar a usted. Se sabe que he apilado veinte tándems a la vez. Ahora, como dije, voy a ir a Moscú". Se oye una nueva y más larga serie de pitidos en la línea, un breve silencio y luego un timbre. "Hola", responde una voz lejana. "Hola. ¿Con la Embajada de Estados Unidos en Moscú?" "Sí, señor. ¿Quién llama?", dice la voz. "Sí. Habla el tablero de pruebas de Nueva York. Llamamos para revisar los circuitos, para ver qué tipo de líneas tienen. ¿Todo bien por Moscú?" "¿Bien?" "Bueno, sí, ¿qué tal por allá?" "Ah. Bueno, supongo que todo bien." "De acuerdo. Gracias." Cuelgan, dejando una confusa serie de pitidos suspendidos en el aire tras la llamada antes de desvanecerse. El Capitán está satisfecho. "Ahora me cree, ¿verdad? ¿Sabe lo que me gustaría hacer? Me gustaría llamar a su editor de Esquire y mostrarle cómo suena apilar y desapilar tándems. Le daré un espectáculo que le dejará boquiabierto. ¿Cuál es su número?" Le pregunto al Capitán qué tipo de dispositivo usaba para lograr todas sus hazañas. El Capitán está encantado con la pregunta. "Se lo notaba especial, ¿verdad? Da diez pulsos por segundo. Eso es más rápido que el equipo de la compañía telefónica." Créame, esta unidad es la más famosa del país. No hay otra igual. Créame. "Sí, he oído hablar de ella. Otros phreaks telefónicos me han hablado de ella." "¿Se han estado refiriendo a mi, ejem, unidad? ¿Qué dijeron? Solo por curiosidad, ¿le dijeron que era una unidad computarizada altamente sofisticada, con acoplamiento acústico para las salidas de recepción y una centralita con capacidad multilínea? ¿Le dijeron que la tolerancia de frecuencia está garantizada en no más del 0,05%? ¿Y la tolerancia de amplitud, inferior a 0,01 decibelios? Esos pulsos que ha oído eran perfectos. Simplemente son más rápidos que los de la compañía telefónica. Eran amplificadores operacionales de alta precisión. Los amplificadores operacionales son amplificadores de instrumentación diseñados para una amplificación ultraestable, una distorsión bajísima y una respuesta de frecuencia precisa. ¿Le dijeron que puede funcionar a temperaturas de -55 grados centígrados a +125 grados centígrados? Admito que no me dijeron todo eso. "Lo construí yo mismo", continúa el Capitán. "Si quisiera comprar los componentes a un mayorista industrial, le costaría al menos 1500 dólares. Una vez trabajé para una empresa de semiconductores y todo esto no me costó ni un centavo. ¿Sabes a qué me refiero? ¿Le contaron cómo hice una llamada a la vuelta de la esquina? Le diré cómo lo hice. Hice una llamada con M-F-er desde Tokio hacia el interior del país, que me enlazó con la India, Calcuta me enlazó con Grecia, Grecia me enlazó con Pretoria, Sudáfrica, Sudáfrica me enlazó con Sudamérica, fui de Sudamérica a Londres, un operador de Londres me conectó con un operador de Nueva York, un operador de Nueva York me conectó con un operador de California, que llamó al teléfono que estaba a mi lado. Ni que decir tiene que tuve que gritar para oírme. Pero el eco se oía muy distante. Fantástico. Con retraso. Se retrasó veinte segundos, pero podía oírme hablar conmigo mismo. "¿Quiere decir que hablaba por el micrófono de un teléfono, enviando tu voz alrededor del mundo al receptor de un teléfono en su otro oído?", le pregunté al Capitán. Tuve la visión de algo vagamente autoerótico, de una forma electrónica compleja. "Así es", dijo el Capitán. "También he enviado mi voz alrededor del mundo en una dirección, yendo al este por un teléfono y al oeste por otro, por cable en una dirección, por satélite en la otra, volviendo juntos al mismo tiempo, sonando los dos teléfonos simultáneamente, contestándolos y enviando mi voz de vuelta a mí en ambas direcciones. ¡Guau! Fue alucinante." "¿Quieres decir que se sienta ahí con los dos teléfonos en las orejas y habla consigo mismo alrededor del mundo?", dije con incredulidad. "Sí. Mmm. Eso es lo que hago. Conecto los teléfonos y me siento a hablar." "¿Qué dices? ¿Qué se dices a usted mismo cuando logra todos esos enlaces? "Ah, ya sabe. "Hola, probando uno, dos, tres", dice en voz baja. "Hola, probando uno, dos, tres", se responde a sí mismo con voz aguda. "Hola, probando uno, dos, tres", repite de nuevo, en voz baja. "Hola, probando uno, dos, tres", responde, en voz alta. "A veces hago esto: Hola, hola, hola, hola, hola, hola", se queda callado y estalla en carcajadas. ¿Por qué el Capitán Crunch ya casi no pincha teléfonos? Usando códigos internos de compañías telefónicas, los phreaks telefónicos han aprendido un método sencillo para pinchar teléfonos. Los operadores de las compañías telefónicas cuentan delante de sí con un tablero con conectores para verificación. Este les permiten conectarse a conversaciones para casos de emergencia, oír la línea para determinar si está ocupada o si los circuitos están ocupados. Los phreaks telefónicos han aprendido a emitir los códigos que los dirigen a un operador de verificación, y decirle al operador que son operadores de alguna otra característica verificando troncales. Una vez convencido, el operador los conecta al troncal de verificación, y prácticamente fantasmean en el tablero - se cuelan sin ser detectados en cualquiera de los 10.000 a 100.000 números de esa característica sin que el operador de verificación sepa lo que hacen y - por supuesto - sin que los dos entes de la conexión sepan que hay un oyente fantasma en su línea. Hacia el final de mi primera conversación de una hora con él, le pregunté al Capitán si alguna vez intervenía teléfonos. "Oh, no. Yo no pincho. No creo que esté bien", me dijo con firmeza. Tengo el poder para hacerlo, pero no... Bueno, una vez, solo una vez, debo admitir que sí. Había una chica, Linda, y quería saber... ya sabes. Intenté llamarla para una cita. Tuve una cita con ella el fin de semana pasado y pensé que le gustaba. La llamé, y su línea dio ocupado, por lo que insistí y seguía ocupada. Bueno, acababa de descubrir este sistema para colarme en los enlaces y me dije: "Mmm. ¿Por qué no ver si funciona? Se sorprenderá si de repente aparezco en su línea. La impresionaré". Así que continué y lo hice. Me metí en la línea. Mi dispositivo es lo suficientemente potente como para pinchar directamente una troncal de verificación sin necesitar de un operador como hacen otros phreaks telefónicos. "Me colé en la línea y allí estaba ella hablando con otro novio. Le hablaba dulcemente. No dije nada porque estaba muy disgustado. Así que esperé allí a que colgara, escuchándola hablar dulcemente al otro chico. Ya sabe. En cuanto colgó, la mandé a la mierda al instante y solo le dije: 'Linda, se acabó'. Y colgué. Y se quedó atónita. Seguramente no entendió qué carajo había pasado. "Pero esa fue la única vez. Lo hice pensando en sorprenderla, impresionarla. Esas eran todas mis intenciones, y bueno, la verdad es que me dolió bastante, y... y desde entonces no entro en troncales de verificación." Momentos después, mi primera conversación con el Capitán llega a su fin. "Escuche", dice, algo animado, "escuche". Lo que oirá cuando cuelgue es el sonido de los tándems desapilándose. Capa tras capa de tándems desapilándose hasta que no queda nada de la pila, hasta que se desvanece en la nada. Pío, pío, pío, pío", concluye, y su voz se reduce a un susurro con cada pío. Cuelga. El teléfono entra repentinamente en cuatro espasmos: kachink, pío. Kachink, pío, kachink, pío, kachink, pío, y la compleja conexión se borra como la sonrisa del gato de Cheshire. ###El M-F Boogie Blues El siguiente número que elijo de la selecta lista de phreaks telefónicos Illuminati - preparada para mí por el inventor de la BlueBox - es un número de Memphis. Es el número de Joe Engressia, el primero y quizás el más consumado phreak telefónico ciego. Tres años atrás, Engressia tuvo sus quince minutos de fama en diarios y revistas de todos los Estados Unidos porque lo descubrieron silbando conexiones de larga distancia gratuitas para sus compañeros de la Universidad del Sur de Florida. Engressia nació con un oído perfecto; podía silbar tonos telefónicos mejor que el equipo de la compañía telefónica. Engressia podría haber seguido silbando a escondidas para unos cuantos amigos el resto de su vida si la compañía telefónica no hubiera decidido desenmascararlo. Recibió una advertencia, la universidad lo sancionó y el caso tomó estado público. En los meses posteriores a que los medios informaran de su talento, Engressia empezó a recibir llamadas extrañas. Lo llamó un grupo de chicos de Los Ángeles que podían hacer cosas muy raras con los peculiares circuitos de la General Telephone and Electronics en los suburbios de Los Ángeles. Lo llamó un grupo de chicos, casi ciegos, de ----, California, que habían estado realizando experimentos interesantes con silbatos Cap'n Crunch y bucles de prueba. Había un grupo en Seattle, otro en Cambridge, Massachusetts, algunos de Nueva York, y algunos más dispersos por todo el país. Algunos ya se habían equipado con casetes y dispositivos electrónicos M-F. Para algunos de estos grupos era la primera vez que conocían a los demás. La exposición de Engressia fue el catalizador que unió a las distintas células de phreaking telefónico. Todos llamaron a Engressia. Hablaron con él sobre lo que hacía, y lo que hacían ellos. Y luego les habló —a los centros regionales dispersos y a los solitarios phreakers independientes— a unos de otros, les dio sus números de teléfono para que se contactaran, y en un año, las células dispersas de phreakers se habían convertido en una organización nacional clandestina. Joe Engressia solo tiene veintidós años, pero en la red de phreakers es "el viejo", y los phreakers le asignan la misma reverencia que la compañía telefónica le otorga a Alexander Graham Bell. Ya casi no necesita hacer llamadas. Todos los phreakers lo llaman y le cuentan los nuevos trucos, códigos y técnicas que han aprendido. Todas las noches se sienta como una araña ciega en su pequeño apartamento, recibiendo mensajes de cada hebra de su tela. Para Joe, es casi un orgullo que lo llamen. Pero cuando lo contacté en su apartamento de Memphis esa noche, Joe Engressia estaba solo, nervioso y molesto. "Dios, me alegra que alguien haya llamado. No sé por qué esta noche, precisamente esta noche, no recibo ninguna llamada. Este tipo de por aquí se emborrachó otra vez y se me volvió a proponer. Le sigo diciendo que nunca nos pondremos de acuerdo en este tema, ¿sabes a qué me refiero? Intento restarle importancia, ¿sabes?, pero no lo entiende. Lo oigo ahí fuera emborrachándose más y no sé qué hará ahora. Es que estoy completamente solo aquí. Me acabo de mudar a Memphis, es la primera vez que vivo solo, y odiaría que todo se derrumbara ahora. Pero no me acostaré con él. Simplemente no me interesa mucho el sexo y aunque no pueda verlo, sé que es feo. "¿Oíste eso? Es él golpeando una botella contra la pared de afuera. Bueno, olvídalo. ¿Estás escribiendo un reportaje sobre phreaks telefónicos? Escucha esto. Es el M-F Boogie Blues. Efectivamente, una versión animada de "Muskrat Ramble" se abre paso por la línea, cada nota es como uno de esos tonos telefónicos de larga distancia. La música se detiene. Una voz rugiente me ahoga: "Y LA PREGUNTA ES...", ruge la voz, "¿PUEDE UNA PERSONA CIEGA CONECTAR UN AMPLIFICADOR POR SU CUENTA?" El rugido cesa. Una voz aguda, tipo operadora, lo reemplaza. "Aquí Southern Braille Tel. & Tel. Tengo tono, le llamaré". A esto le siguen una serie rápida de tonos de lunes a viernes, un rápido "kachink" y en una voz profunda y tranquilizadora: "Si necesita atención domiciliaria, llame a la asociación de enfermeras a domicilio. La hora de First National en Honolulu son las cuatro y treinta y dos". Joe vuelve a su voz de Joe: "¿Estamos de acuerdo? 'Sí, sí', dijo el mexicano ciego. Ejem. Sí. ¿Quiere saber qué tiempo hará en Tokio?" Esta rápida y frenética secuencia de vodeviles de telefonistas y chistes de chicos ciegos consigue distraer a Joe de su torturador solo por un instante. La razón por la que estoy en Memphis - la razón por la que tengo que depender de ese homosexual - es que esta es la primera vez que puedo vivir solo y hacer viajes telefónicos por mi cuenta. Me han prohibido la entrada a todas las centralitas de mi estado hogar en Florida; me conocían demasiado bien, y en la universidad, algunos de mis compañeros siempre me acosaban porque estaba todo el tiempo en el teléfono público de la residencia y se burlaban de mí por mi trasero gordo - que por supuesto tengo, es mi problema de gordura física - pero no me gusta oírlo todos los días, y si no puedo hacer viajes telefónicos ni conocer phreaks telefónicos, no me imagino qué haría; le he dedicado tres cuartas partes de mi vida. Me mudé a Memphis porque quería estar solo, además porque tienen un sistema de conmutación de barras cruzadas número 5 y algunos distritos interesantes de compañías telefónicas independientes cerca. Hasta ahora no parecen saber quién soy, así que puedo hacer viajes telefónicos. Para mí, el phone phreaking es tan importante como el phone phreaking. El phone phreaking, explica Joe, comienza llamando a la centralita. Le dice al operador con voz educada y seria que es un estudiante universitario ciego interesado en los teléfonos y que quizás podría darle una visita guiada por la central. A Joe le gusta tocar y sentir relés en cada paso del recorrido, acariciar circuitos de conmutación, centralitas, barras transversales. Así que, cuando Joe Engressia realiza phone phreaking, se abre paso a tientas por los circuitos de este jardín rural de senderos que se bifurcan, siente cómo los interruptores cambian, cómo los relés se desvían, cómo las barras transversales giran, cómo los tándems se acoplan y desacoplan - incluso mientras escucha, con un tono perfecto - sus pulsos de lunes a viernes que hacen bailar a todo el sistema Bell a su ritmo. Hace apenas un mes, Joe sacó todos sus ahorros del banco y se fue de casa, a pesar de las protestas emocionales de su madre. "Casi me escapo de casa", le gusta decir. Joe encontró un pequeño apartamento en Union Avenue y empezó a hacer viajes telefónicos. Tomaba un autobús 160 kilómetros al sur, hacia Mississippi, para "ver" algunos equipos Bell antiguos que aún se usaban en varios estados, algo que le había intrigado. Viajaba 480 kilómetros en autobús hasta Charlotte, Carolina del Norte, para familiarizarse con un equipo experimental completamente nuevo. Contrató un taxi que lo llevó 12 kilómetros a un suburbio para visitar las oficinas de una pequeña compañía telefónica con peculiaridades interesantes en su sistema de enrutamiento. Estaba disfrutando al máximo, dijo, la mayor libertad y placer que había conocido. En ese mes, había hecho muy poco phreaking telefónico de larga distancia desde su propio teléfono. Había empezado a solicitar trabajo en la compañía telefónica - me dijo - y quería mantenerse alejado de cualquier actividad ilegal. Cualquier trabajo me sirve, incluso el del más insignificante operador. Probablemente no me darían más porque soy ciego. Aunque probablemente sabía más que la mayoría de esos operadores. Pero no importa. Quiero trabajar para Ma Bell. No odio a Ma Bell como la odian Gilbertson y algunos estafadores telefónicos. No quiero molestar a Ma Bell. Para mí, es el placer del conocimiento puro. Hay algo hermoso en el sistema cuando lo conoces íntimamente como yo. Pero no sé cuánto saben de mí aquí. Tengo una intuición muy clara del estado de la línea en la que estoy, y últimamente creo que me están monitoreando de vez en cuando, pero no he estado haciendo mucho ilegal. Tengo que hacer algunas llamadas a los operadores de vez en cuando, que no son estrictamente legales, y una vez me di un viaje de ácido y tuve alucinaciones auditivas como si estuviera atrapado y unos aviones me bombardearan en picado, y de repente tuve que hacer un viaje telefónico. De ahí. Por alguna razón tuve que llamar a Kansas City, pero nada más. En ese momento se produce una advertencia. Es la una en mi zona horaria, un fuerte golpe en la puerta de mi habitación de motel interrumpe nuestra conversación. Afuera encuentro a un guardia de seguridad uniformado que me informa que ha habido una "llamada de emergencia" para mí mientras estaba al teléfono y que la recepción lo ha enviado para avisarme. Dos segundos después de despedirme de Joe y colgar, suena el teléfono. "¿Con quién hablaba?", pregunta la voz agitada. La voz pertenece al Capitán Crunch. "Llamé porque decidí advertirle de algo". Decidí advertirle que tenga cuidado. No quiero que esta información que ha obtenido llegue a la clandestinidad radical. No quiero que caiga en malas manos. ¿Qué diría si le dijera que es posible a tres phreaks telefónicos saturar el sistema telefónico del país? Saturarlo. Ocuparlo por completo. Todo. Sé cómo hacerlo. No voy a decirlo. Un amigo mío ya saturó las troncales entre Seattle y Nueva York. Lo hizo con un M-F-er computarizada conectada a una centralita especial en Manitoba. Pero hay otras formas más fáciles de hacerlo. ¿Solo tres personas?, pregunto. ¿Cómo es posible? "¿Ha oído hablar alguna vez de la frecuencia de guarda de las líneas de larga distancia? ¿Sabe de apilar tándems con 17 y 2600 ciclos? Bueno, le aconsejo que lo averigüe. No se lo voy a decir. Pero haga lo que haga, no deje que esto caiga en manos de la resistencia radical. (Más tarde, Gilbertson, el inventor, confesó que - si bien siempre había sido escéptico ante la afirmación del Capitán sobre el potencial de sabotaje de los phreaks telefónicos que se dedicaban a secuestrar troncales - recientemente había presenciado ciertas demostraciones que lo convencieron de que el Capitán no hablaba por hablar. "Creo que se necesitarían más de tres personas, dependiendo de cuántas máquinas como las del Capitán Crunch hubiera disponibles. Pero aunque el Capitán suene un poco raro, generalmente sabe de lo que habla"). "Sabe", continúa el Capitán Crunch en su tono admonitorio, "los phreaks telefónicos más jóvenes llaman a Moscú todo el tiempo. Supongamos que todos llamaran a Moscú. No soy derechista, pero valoro mi vida. No quiero que los comunistas vengan y me tiren una bomba en la cabeza". Por eso digo que hay que tener cuidado con quién recibe esta información. El Capitán de repente se lanza a una diatriba contra esos phreaks telefónicos enfrentados a la compañía telefónica. "No lo entienden, pero Ma Bell conoce todo lo que hacen. Ma Bell lo sabe. Oiga, ¿está abierta esta línea? Acabo de oír a alguien interviniendo. No soy paranoico, pero puedo oír ese tipo de cosa. Bueno, aunque esté abierta, ellos saben que yo sé que ellos saben que tengo un borrador masivo. Estoy muy limpio." El Capitán hace una pausa, evidentemente dividido entre el deseo de demostrar a los vigilantes de la compañía telefónica que no hace nada ilegal y el deseo de impresionar a Ma Bell con su destreza. "Ma Bell sabe de lo que soy capaz", continúa. "Ma Bell sabe lo bueno que soy. Y soy bastante bueno. Puedo detectar inversiones, conmutaciónes en tándem, todo lo que ocurre en una línea. Ahora tengo oído relativo. ¿Sabes lo que significa eso? Mis oídos son un equipo de 20.000 dólares. Con mis oídos puedo detectar cosas que no pueden oír con sus equipos. He tenido problemas laborales. He perdido trabajos. Pero quiero demostrarle a Ma Bell lo bueno que soy. No quiero joderla, quiero trabajar para ella. Quiero hacerle el bien. Quiero ayudarla a deshacerse de sus defectos y volverse perfecta. Ese es mi objetivo principal en la vida ahora. El Capitán concluye sus advertencias y me dice que tiene que irse. "Tengo un poco de acción preparada para esta noche", explica y cuelga. Antes de colgar, llamo de nuevo a Joe Engressia. Me informa que su torturador por fin se ha dormido: "No está borracho como una cuba, así es como me pongo, ejem, sí; Pero se podría decir que está en un estado de ebriedad. Quedo con Joe en Memphis para visitarlo en dos días. Un phreak telefónico se encarga del asunto A la mañana siguiente asisto a una reunión de cuatro phreaks telefónicos en ----- (un suburbio de California). La reunión tiene lugar en una cómoda casa de dos plantas en una urbanización de clase media alta. Amontonados sobre la mesa de la cocina se encuentran los radiograbadores, los casetes de lunes a viernes, los conectores telefónicos y las líneas de los cuatro phreaks presentes. En la encimera de la cocina, junto al teléfono, hay una BlueBox del tamaño de una caja de zapatos con trece grandes interruptores para los tonos. Los padres de Ralph - el phreak telefónico anfitrión, que es ciego - se quedan en la sala con sus hijos videntes. No están seguros de qué hacen Ralph y sus amigos con el teléfono ni de si es estrictamente legal, pero es ciego y están contentos de que tenga un pasatiempo que lo mantiene ocupado. El grupo ha estado trabajando para restablecer la histórica Conferencia "2111", reabrir algunos bucles gratuitos e intentar descubrir la magnitud de lo que parecen ser nuevas iniciativas contra los estafadores telefónicos por parte de agentes de seguridad de las compañías telefónicas. No tardo en ver - y oír - a Randy en acción. Randy es conocido entre los engañadores telefónicos como quizás el mejor del sector. Randy es ciego. Es pálido, blando y con forma de pera; lleva pantalones anchos y una camisa deportiva blanca de nailon arrugada; adelanta la cabeza desde sus hombros encorvados, como una tortuga que sale lentamente de su caparazón. Sus ojos se desvían, bizcos y rebiscándose, y tiene la frente llena de granos. Solo tiene dieciséis años. Pero cuando Randy empieza a hablar por el micrófono de un teléfono, su voz se vuelve tan autoritaria que es necesario volver a mirar para convencerse de que proviene de un Randy adolescente y regordete. Imagine la voz de un capataz de una plataforma petrolífera de primera, un hombre Marlboro de cuarenta años, duro, sagaz y curtido. Imaginen la voz de un brillante lobo de Wall Street explicando cómo superar al Dow Jones por un treinta por ciento. Luego imagine una voz que pudiera hacer que esos dos sonaran como Stepin Fetchit. Esa es la voz de Randy, de dieciséis años. Está hablando con un operador de línea Detroit. La compañía telefónica de Detroit había cerrado dos pares de bucles gratuitos sin motivo aparente, aunque es posible que haya detectado un uso intensivo por parte de phreaks telefónicos en todo el país. Randy le está explicando alaoperador cómo abrir el bucle y liberarlo de nuevo: "¿Qué tal, amigo? Sí. Estoy en la centralita aquí en Tulsa, Oklahoma, y ​​hemos estado haciendo pruebas en tus bucles y los encontramos ocupados en ambos lados... Sí, nos ha estado dando un 'BY', ¿qué te parece? ¿Puedes ponerles tarjetas? ¿Tienes 08 en tu grupo numérico? Ah, está bien, ya hemos tenido este problema antes, puede que tengamos que revisar el circuito. Mira, te los doy: tu marco es 05, grupo vertical 03, horizontal 5, fila vertical 3. Sí, esperaremos... ¿Lo encontraste? Bien. Bien, sí, nos gustaría despejar esa zona ocupada. Bien. Solo tienes que buscar tu característica en el tablero de conmutación; está en el marco de tu baúl misceláneo. ¿De acuerdo? Bien. Ahora cambia tu característica de NOR y ponla el LET. Sí. No sé por qué pasó, pero hemos tenido problemas con ese. Bueno. Muchas gracias, amigo. Nos vemos. Randy cuelga, informa que el operador de línea tenía poca experiencia con los circuitos de bucle en el marco de troncal miscelánea, pero que el bucle ha vuelto a su estado de llamada gratuita. Ed - el phreak telefónico - vuelve encantado a colocar el par de números a la columna de estado activo de su directorio. Ed es un investigador magnífico y minucioso. Con una minuciosidad casi talmúdica, rastrea hilos de pistas a través de laberintos de circuitos de compañías telefónicas, pasando por complejas conexiones de relés de conmutación, hasta encontrar la ubicación e identidad de un solo bucle gratuito. Dedica horas y horas, todos los días, a este tipo de cosas. De alguna manera, ha compilado un directorio de ochocientos "números de banda seis en WATS" ubicados en más de cuarenta estados. Los números in-WATS de banda seis son los grandes números 800, aquellos a los que se puede llamar gratis desde cualquier parte del país. Ed, investigador y estudiante de ingeniería de diecinueve años, es también un técnico excepcional. A los diecisiete años armó su propia BlueBox funcional desde cero (es vidente). Esta tarde, tras distribuir el último número de su directorio in-WATS (escrito en braille para los phreaks ciegos), anuncia un gran avance: "Por fin lo probé y funciona a la perfección. Tengo una matriz de conmutación que convierte cualquier teléfono de tonos en un teléfono de marcación directa". Los tonos que se escuchan en los teléfonos de tonos no son los tonos de marcación directa que operan el sistema de conmutación de larga distancia. Los phreaks creen que AT&T equipó deliberadamente los teléfonos de tonos con un conjunto diferente de frecuencias para evitar que los seis tonos maestros de marcación directa llegaran a todos los usuarios de teléfonos de tonos. La compleja matriz de conmutación de Ed pone los seis tonos maestros - en efecto, una BlueBox - en manos de todo propietario de un teléfono de marcación por tonos. Ed me muestra páginas de esquemas, especificaciones y listas de piezas. "No es fácil de construir, pero todo lo que hay aquí está en el catálogo de HeathKit". Ed pregunta a Ralph qué progreso ha logrado en sus intentos de restablecer una línea de conferencia abierta de largo plazo para phreaks telefónicos. La última gran conferencia —la histórica conferencia "2111"— se había organizado a través de un troncal conmutación de prueba para télex (sin uso), ubicado en algún lugar en las entrañas de una centralita 4A en Vancouver, Canadá. Durante meses, los phreaks telefónicos podían arribar a Vancouver de lunes a viernes, marcar el 604 (el código de área de Vancouver) y luego el 2111 (el código interno de la compañía telefónica para pruebas de télex), y encontrarse a cualquier hora, de día o de noche, en una red abierta de costa a costa hablando con una multitud de phreaks telefónicos, operadores de Bermudas, Tokio y Londres simpatizantes de los phreaks telefónicos, además de diversos invitados y expertos técnicos. La conferencia servía de intercambio masivo de información. Los phreaks telefónicos se desinformaban mutuamente y luego desarrollaban nuevas formas de desinformar a la compañía telefónica. Ralph daba conciertos de "MF boogie" con su órgano eléctrico similar al de los sistemas de entretenimiento doméstico; el Capitán Crunch demostraba su destreza alrededor del mundo con su famosa unidad computarizada y dejaba entrever lascivamente la "acción" que estaba teniendo con sus novias. (El Capitán vive o pretende vivir varios tipos de fantasías para el deleite chismoso de los ciegos fanáticos del teléfono que lo instan a lograr más triunfos en nombre de todos ellos). La multitud un tanto ruidosa de fanáticos del teléfono del Noroeste dejó que su amarga disputa interna derramara en la pacífica línea de conferencia, escalando pronto hasta convertirse en una guerra de guerrillas; Carl - experto de la Costa Este en relaciones de tono internacional - demostró las recién inauguradas rutas directas de lunes a viernes a las centralitas en la isla de Baréin (en el Golfo Pérsico), presentando a un nuevo amigo suyo - un phreak telefónico de Pretoria - y explicó el funcionamiento técnico de las nuevas conexiones entre Oakland y Vietnam. (Muchos phreaks telefónicos ganan dinero realizando llamadas de lunes a viernes de familiares a soldados de Vietnam, cobrando 5 dólares por una hora entera de conversación transpacífico). Ya sea día o noche, la línea de conferencia nunca se cortaba. Los phreaks telefónicos ciegos de todo el país - solos y aislados en casas llenas de hermanos y hermanas videntes, o atrapados con niños ciegos lentos y sin imaginación en escuelas para ciegos - sabían que, sin importar lo tarde que se hiciera, podían marcar la conferencia y encontrar comunicación electrónica instantánea con otros dos o tres niños ciegos despiertos al otro lado de Estados Unidos. Hablar por teléfono - dicen los phreaks telefónicos ciegos - no es muy diferente a estar allí juntos. Físicamente, no se trata de más que una oblea cuadrada de titanio de cinco centímetros dentro de una enorme máquina en la isla de Vancouver. Para los niños ciegos, significaba una emocionante sensación de estar en contacto, gracias a una habilidad y magia peculiarmente propias. Sin embargo, el 1 de abril pasado, la Conferencia de Vancouver para larga distancia fue cancelada. Los phreaks telefónicos ya lo sabían; Vancouver estaba en proceso de conversión de un sistema analógico a una máquina 4A, y en el proceso, el circuito de Telex 2111 iba a ser eliminado. Los phreaks telefónicos supieron el día exacto en que la conferencia sería borrada con aproximadamente una semana de anticipación gracias al relay interno de noticias y conversaciones de la compañía telefónica. Durante los siguientes siete frenéticos días, todos los phreaks telefónicos de Estados Unidos estuvieron conectados y desconectados de la conferencia 2111 las veinticuatro horas del día. Los phreaks telefónicos que apenas estaban aprendiendo el oficio o que no tenían disponibilidad de lunes a viernes fueron impulsados a la conferencia por phreaks más experimentados para que pudieran echar un vistazo a cómo era antes de que desapareciera. Los mejores phreaks telefónicos buscaron códigos de área distantes en busca de nuevas posibilidades de conferenciado, sin éxito. Finalmente, en la madrugada del 1 de abril, se cortó la comunicación. "Lo presentía un par de horas antes de la medianoche", recuerda Ralph. Se notaba que algo pasaba en las líneas. Empezó a oírse estática, luego un silbido sibilante. Luego hubo cortes. A algunos se les cortaba la comunicación y volvían a llamar, pero después de un rato, otros se dieron cuenta de que se les cortaba la comunicación y no podían volver. Fue terrible. Perdí la comunicación sobre la una de la madrugada, pero logré conectar de nuevo y seguir conectado hasta que se apagó... Creo que eran las cuatro de la mañana. Estábamos cuatro esperando cuando la conferencia desapareció para siempre. Todos intentamos volver a conectar de lunes a viernes, por supuesto, pero nos habían cortado la comunicación silenciosamente. No había nada. ###El legendario Mark Bernay resulta ser "El Merodeador Nocturno" Mark Bernay. Ya me había topado con ese nombre. Estaba en la lista selecta de phreaks telefónicos de Gilbertson. Los phreaks telefónicos de California habían hablado de un misterioso Mark Bernay como quizás el primer y más antiguo phreak telefónico de la Costa Oeste. De hecho, casi todos los phreaks telefónicos de Occidente pueden trazar sus orígenes directamente hasta Mark Bernay o hasta un discípulo suyo. Parece que hace cinco años, este Mark Bernay (seudónimo que eligió) empezó a viajar por la Costa Oeste pegando stickers en guías telefónicas. Los stickers decían algo así como "¿Quieres escuchar una grabación interesante? Llama a estos números". Los números que seguían eran pares de bucles para llamadas gratuitas. Cuando algún curioso llamaba a uno de los números, escuchaba una grabación preconectada por Bernay, que explicaba el uso de los pares de bucle, proporcionaba los números de varios más y terminaba diciendo: "Esta noche, a las seis de la tarde, esta grabación se detendrá y tú y tus amigos podrán probarla. ¡Diviértete!". "Al principio me decepcionó la reacción", me dijo Bernay cuando finalmente lo localicé en uno de sus muchos números. Se libró de las formalidades habituales de "nunca hago nada ilegal" con las que los phreaks telefónicos experimentados inician la mayoría de las conversaciones. "Recorrí toda la costa con estas etiquetas autoadhesivas, no solo en teléfonos públicos, sino que las pegaba al frente de las secundarias en plena noche, las dejaba discretamente en tiendas de dulces, las esparcía por las calles principales de pueblos pequeños. Al principio, casi nadie se molestó en probarlo. Escuchaba durante horas y horas después de las seis y nadie llamaba. No entendía por qué a la gente no le interesaba. Finalmente, dos chicas de Oregón lo probaron, se lo contaron a todas sus amigas y - repentinamente - empezó a extenderse. Antes de su viaje a Johnny Appleseed, Bernay ya había reunido a un grupo considerable de phreaks telefónicos, antes de la BlueBox, en los bucles mundiales desde Los Ángeles. Bernay no se atribuye el mérito del descubrimiento original de los números de bucles, sino que atribuye el descubrimiento a un joven de dieciocho años, niño de un reformatorio de Long Beach, cuyo nombre olvidó y que, según él, "simplemente un día desapareció". Cuando Bernay descubrió los bucles de forma independiente a partir de pistas en sus lecturas de números antiguos del Automatic Electric Technical Journal, se encontró con que docenas de amigos del niño ya los usaban. Sin embargo, fue uno de los discípulos de Bernay en Seattle quien introdujo el phone phreaking a los niños ciegos. Un niño de Seattle que aprendió sobre los bucles gracias a la grabación de Bernay le contó a un amigo ciego, y este enseñó el secreto a sus amigos en un campamento de invierno para niños ciegos en Los Ángeles. Al terminar el campamento, estos niños llevaron el secreto a pueblos de todo el Oeste. Así fue como los niños ciegos originales se convirtieron en phone phreaks. Para ellos, para la mayoría de los phone phreaks en general, fue el descubrimiento de las posibilidades de los bucles que los llevó a las metodologías mucho más sofisticadas y serias de phone phreaking, y lo que les proporcionó un medio para compartir sus descubrimientos. Un año después, uno de los ciegos que retornó a la costa este llevó consigo la técnica a un campamento de verano para niños ciegos que se dio en Vermont, y desde allí se difundió por toda la Costa Este. Todo gracias a un sticker de Mark Bernay. Bernay, que ya tiene casi treinta años, empezó a los quince cuando su familia se mudó a un suburbio de Los Ángeles que tenía el servicio de la General Telephone and Electronics. Quedó fascinado con las diferencias entre los equipos de Bell y GT&E. Descubrió que podía lograr cosas interesantes pulsando el a medias la horquilla del teléfono con la precisión necesaria. Aprendió a interpretar las sutiles diferencias en la variedad de clics, zumbidos y ruidos que oía en sus líneas. Descubrió que podía moverse por los relés de conmutación de su propia característica en Los Ángeles de forma poco predecible, ametrallando la horquilla del teléfono e intercalando sus propios clics en la línea. Las compañías telefónicas independientes —aún quedan mil novecientas, la mayoría pequeños principados insulares en el vasto imperio de Ma Bell— siempre han sido las favoritas de los phreaks telefónicos, primero como herramientas de aprendizaje, luego como plataformas de Arquímedes desde donde manipular el enorme sistema Bell. Un phreak telefónico en territorio Bell a menudo se convierte en un sistema de conmutación independiente, con idiosincrasias de conmutación capaces de darle una gran influencia sobre el Sistema Bell. "Tengo un gran cariño por los equipos de Automatic Electric", me dijo Bernay. "Hay muchas cosas con las que puedes experimentar. Las cosas se descomponen de maneras interesantes". Poco después de graduarse de la universidad (con una doble especialización en química y filosofía), Bernay pasó de experimentar con GT&E al propio Sistema Bell, donde emprendió su legendario viaje pegando stickers hacia el norte por la costa, estableciéndose finalmente en el territorio Bell del Pacífico Noroeste. Descubrió que - si bien Bell no se descompone de forma tan interesante como GT&E - ofrece sin embargo muchas "cosas con las que experimentar". Bernay aprendió a jugar con BlueBox. Fundó su propia centralita telefónica y un complejo de laboratorios de investigación para phone-phreaks. Continuó su labor de evangelización en phone-phreaking con campañas de volantes. Creó dos números de registro: uno con instrucciones para principiantes en phone-phreaks y el otro con las últimas noticias y avances técnicos (junto con instrucción avanzada) recopilados de fuentes de todo el país. En los últimos tiempos - me contó Bernay - había ido más allá del phone-phreaking en sí. "Últimamente disfruto más jugando con ordenadores que con teléfonos. Supongo que mi pasión por los ordenadores es igual que con los teléfonos: descubrir cómo burlar el sistema, cómo acceder a cosas que no debería saber, cómo hacer con el sistema cosas que no debería poder hacer". De hecho, cuenta Bernay, acababa de ser despedido de su trabajo de programación por hacer cosas que no debería poder hacer. Había estado trabajando con una enorme computadora de tiempo compartido propiedad de una gran corporación, pero compartida por muchas otras. El acceso a la computadora estaba limitado a programadores y corporaciones que tenían asignadas ciertas contraseñas. Y cada contraseña restringía al usuario el acceso a una sola sección de la computadora, con almacenamiento de información propia aislada. El sistema de contraseñas impedía que empresas e individuos robaran información mutuamente. "Descubrí cómo escribir un programa que me permitiera leer las contraseñas de todos los demás", informa Bernay. "Empecé a experimentar con las contraseñas. Empecé a hacerles saber - sutilmente - a quienes usaban la computadora que conocía sus contraseñas. Empecé a enviar notas a los supervisores de la computadora, insinuando que sabía lo que sabía. Las firmé como 'El Merodeador Nocturno'. Seguí siendo cada vez más astuto con mis mensajes e ideando maneras de mostrarles lo que podía hacer. Estoy seguro de que no podían imaginar que pudiera hacer las cosas que les mostraba. Pero nunca me respondieron. De vez en cuando cambiaban las contraseñas, pero descubrí cómo descubrir las nuevas, y se los hice saber. Pero nunca respondieron directamente al Merodeador Nocturno. Incluso diseñé un programa que podían usar para evitar que mi programa descubriera lo que hacían. En efecto, les dije cómo eliminarme, al Merodeador Nocturno. Era un programa muy ingenioso. Empecé a dejar pistas sobre mí. Quería que intentaran usarlo y luego encontraran una forma de sortearlo y reaparecer. Pero no querían jugar. Quería que me atraparan. O sea, no quería que me atraparan personalmente, pero quería que me notaran y admitieran que me habían notado. Quería que intentaran responder, quizás de alguna forma interesante. Finalmente, los administradores de computadoras se preocuparon lo suficiente por la amenaza del robo de información como para responder. Sin embargo, en lugar de usar el elegante programa de autodestrucción del Merodeador Nocturno, llamaron a su personal de seguridad, interrogaron a todos, encontraron un informante que identificó a Bernay como el Merodeador Nocturno y lo despidieron. "Al principio, el personal de seguridad aconsejó a la empresa que me contratara a tiempo completo para investigar otras fallas y descubrir a otros bichos raros de la informática. Me habría gustado. Pero probablemente me habría convertido en un doble agente en lugar del agente que querían. Podría haber resucitado al Merodeador Nocturno e intentar atraparme a mí mismo. ¿Quién sabe? En fin, los altos mandos rechazaron la idea. Quizás puedas intervenir la computadora de control del crimen del FBI desde la comodidad de tu casa. La manipulación de computadoras podría ser la tendencia del futuro. Se adapta perfectamente a la sensibilidad de los phreaks telefónicos. Gilbertson, el inventor de la caja azul y un phreak telefónico de toda la vida, también ha pasado del phreaking telefónico al phreaking de computadoras. Antes de entrar en el negocio de las cajas azules, Gilbertson, quien es un programador altamente cualificado, ideó programas para el arbitraje internacional de divisas. Pero empezó a experimentar con computadoras en serio cuando descubrió que podía usar su BlueBox en conjunto con la terminal instalada en su apartamento por la empresa de instrumentación para la que trabajaba. La terminal de impresión y el teclado estaban equipados con un acomplador acústico, de modo que, al conectar su pequeño teléfono Princess de marfil a la terminal y luego a esta su BlueBox, podía acceder a otras computadoras con total anonimato y sin costo alguno; programarlas y reprogramarlas a voluntad; alimentarlas con información falsa o engañosa; Interceptar y robarles. Me explicó que intercepta computadoras saturando todas las líneas, luego entrando en un troncal de verificación, escuchando las contraseñas e instrucciones que usa una de las máquinas de tiempo compartido, y luego interfiriendo e imitándolas. Cree que no sería imposible infiltrarse en el ordenador de control criminal del FBI a través de una terminal de la policía local y manipular los bancos de memoria del FBI. Afirma haber logrado reprogramar una enorme computadora institucional de tal manera que ha acordonado una sección completa de sus circuitos para su uso personal, y al mismo tiempo ocultando dicha intervención a los demás. No he podido verificar esta afirmación. Al igual que el Capitán Crunch, Alexander Graham Bell - seudónimo de un ingeniero de la Costa Este con aspecto descontento que afirma haber inventado la Caja Negra y ahora vende BlackBox y BlueBox a jugadores y radicales -, como la mayoría de los estafadores telefónicos, Gilbertson comenzó su carrera intentando robar teléfonos públicos en su adolescencia. Descifrarlos, luego estafarlos. Recuperar su dinero del teléfono público es el primer y emocionante rito de iniciación del estafador telefónico. Tras aprender las dieciocho maneras habituales de recuperar su dinero, Gilbertson aprendió a hacer llaves maestras para las cajas de los teléfonos de monedas y a recuperar el dinero de todos los demás. Robó algunos equipos de una compañía telefónica y con ellos montó su propia centralita doméstica. Aprendió a fabricar un sencillo aparato de "caja de pan", del tipo que usaban los corredores de apuestas en los años treinta (el corredor da un número a sus clientes; el teléfono con ese número está instalado en el apartamento de una viuda, pero está manipulado para que suene en la casa de apuestas del otro lado de la ciudad; la policía rastrea el gran número de la apuesta y no encuentra nada más que a la viuda). Poco después de aquella tarde de 1968 - cuando, entre los estantes de una biblioteca de ingeniería, encontró una revista técnica con las frecuencias de los tonos telefónicos y se apresuró a fabricar su primera caja azul - Gilbertson abandonó una prometedora carrera en físico-química y empezó a vender BlueBox a 1500 dólares cada una. "Tuve que dejar la físico-química. Se me acabaron las cosas interesantes que aprender", me dijo una noche. Habíamos estado hablando en el apartamento del hombre que sirvió de enlace entre Gilbertson y la mafia para organizar el gran acuerdo de 300.000 dólares por las BlueBox, que fracasó por problemas legales. Se ha fumado mucho. "Ya no hay cosas interesantes que aprender", continúa. "La física-qu+imica resulta ser una materia enfermiza cuando la llevas al nivel más alto. No sé. No creo poder explicarte lo enfermizo que es. Tienes que estar ahí. Pero te da una falsa sensación de omnipotencia. Supongo que es como el phone-phreaking en ese sentido. Hay algo enorme. Todo este sistema. Y tiene agujeros y te metes en ellos como Alicia y finges estar haciendo algo que no estás haciendo, o al menos ya no eres tú quien hace lo que creías estar haciendo. Es todo como Lewis Carroll. Física-química y phone-phreaking. Por eso existen estos seudónimos de phone-phreaking como El Gato de Cheshire, El Rey Rojo y El Snark. Pero hay algo en el phone-phreaking que no se encuentra en la física-química." Me mira: "¿Alguna vez robaste algo?" Bueno, sí, yo... "¡Entonces lo sabes! Sabes la euforia que sientes. No es solo conocimiento, como la química física. Es conocimiento prohibido. Ya sabes. Puedes aprender de todo y aburrirte mortalmente. Pero la idea de que sea ilegal... Mira: puedes ser pequeño, ágil e inteligente, y estar estafando a alguien grande, poderoso y muy peligroso. Gente como Gilbertson y Alexander Graham Bell siempre hablan de estafar a la compañía telefónica y de estafar a Ma Bell. Pero si les mostraran un solo botón y les dijeran que con solo pulsarlo podrían convertir todos los circuitos de AT&T en charcos derretidos, probablemente no lo pulsarían. El inventor descontento necesita el sistema telefónico como el católico apóstata necesita a la Iglesia, como Satanás necesita a Dios, como el Merodeador Nocturno, necesitaba, más que nada, que le contesten. Más tarde esa noche, Gilbertson terminó de contarme lo encantado que estaba con la avalancha de BlueBox esparciéndose por todo el país, lo encantado que estaba de saber que "esta vez sí que están jodidos". De repente, cambió de tema. "Claro, tengo una relación de amor/odio con Ma Bell. En cierto modo, casi me cae bien la compañía telefónica. Supongo que me entristecería mucho si desaparecieran o si sus servicios se desintegraran. En cierto modo, es solo que, después de haber sido tan buenos, resulta que tienen estos fallos. Son esos fallos los que me permiten entrar y meterme con ellos, pero no sé. Hay algo en ello que te atrapa y te hace querer ponerte manos a la obra, ¿sabes? Le pregunto qué pasa cuando se le acaban las cosas interesantes y prohibidas que aprender sobre el sistema telefónico. "No sé, quizá trabajaría para ellos un tiempo". ¿Incluso en seguridad? "Lo haría, claro. Prefiero jugar... prefiero trabajar en ambos bandos". ¿Incluso descubrir cómo atrapar a los phreaks telefónicos? Dije, recordando el juego de Mark Bernay. "Sí, eso podría ser interesante. Sí, podría descubrir cómo burlar a los phreaks telefónicos". Claro que si me volviese demasiado bueno, podría volverse aburrido. Entonces tendría que esperar que los estafadores telefónicos mejoraran mucho y me superaran por un tiempo. Eso elevaría la calidad del juego. Incluso podría ayudarlos, ya sabes, decirles: "Bueno, chicos, no quiero que esto se sepa, pero ¿alguna vez pensaron en...?". Podría seguir haciéndolo a niveles cada vez más altos para siempre. El crupier habla por primera vez. Ha estado mirando los suaves patrones parpadeantes de luces y colores en la pared de azulejos translúcidos que tiene frente a él. (En realidad, no hay patrones: el color y la iluminación de cada mosaico están determinados por un generador de números aleatorios computarizado diseñado por Gilbertson, que garantiza que ninguna secuencia de eventos en los mosaicos tenga sentido). "Estás hablando de juegos geniales", le dice el crupier a su amigo. "Pero no me importaría verlos arruinados. Un teléfono ya no es privado. No puedes decir nada que realmente quieras decir por teléfono o tienes que pasar por esa paranoia. "¿Es genial hablar por teléfono?". O sea, aunque sea genial, si tienes que preguntar "¿Es genial?", entonces no lo es. Ya sabes. Como esos niños ciegos, la gente va a empezar a crear sus propias compañías telefónicas privadas si quieren hablar de verdad. Y sabes qué más. Ya no se oyen silencios por teléfono. Tienen este sistema de tiempo compartido en las líneas de larga distancia donde haces una pausa y ellos recortan ese espacio y lo usan para transmitir parte de la conversación de otra persona. En lugar de una pausa, donde alguien quizás respira o suspira, se obtiene un vacío y solo se vuelve a escuchar cuando alguien dice una palabra, e incluso el principio de la palabra se corta. Los silencios no cuentan; los pagas, pero te los quitan. No está bien hablar [es decir, si te da miedo que te pinchen], y no puedes oír a alguien cuando no habla. ¿Para qué demonios sirve el teléfono? No me importaría verlos completamente jodidos. ###La Gran Desaparición de Memphis Joe Engressia nunca quiso acostarse con Ma Bell. Su sueño siempre había sido trabajar para ella. El día que visité a Joe en su pequeño apartamento en Union Avenue, Memphis, estaba molesto por otro contratiempo en su solicitud. Estoy buscando un trabajo telefónico. "Están dando vueltas. Hoy recibí una carta diciéndome que tendrían que posponer la entrevista que solicité de nuevo. Mi casero me la leyó. Me dieron vueltas con la idea de que querían documentos sobre mi estado de rehabilitación, pero creo que hay algo más." Cuando encendí la bombilla de cuarenta vatios en la habitación de Joe (a veces se le olvida cuando tiene visitas), parecía que había suficiente equipo telefónico para montar su propia pequeña compañía telefónica. Hay un teléfono encima de su escritorio, y otro en un cajón abierto debajo del escritorio. Junto al teléfono de escritorio hay un aparato M-F del tamaño de una caja de puros con grandes interruptores de palanca, y al lado hay una especie de dispositivo de conmutación y acoplamiento con conectores y clavijas de cocodrilo sueltos. Al lado hay una máquina de escribir braille. En el suelo, junto al escritorio - boca abajo como una tortuga muerta - está el cuerpo medio destripado de un viejo teléfono estándar negro. Al otro lado de la habitación, sobre un sofá roto y polvoriento, hay dos teléfonos más, uno de ellos de marcación por tonos; dos grabadoras; un montón de parches y casetes, y un teléfono de juguete a tamaño real. Nuestra conversación se ve interrumpida cada diez minutos por phreaks telefónicos de todo el país que llaman a Joe a casi todos los aparatos excepto al teléfono de juguete y a la máquina de escribir braille. Un chico ciego de catorce años de Connecticut lo llama y le dice que tiene novia. Quiere hablar con él sobre novias. Joe dice que hablarán más tarde, cuando puedan estar solos al teléfono. Joe respira hondo y lo silba para que salga del aire con un silbido ensordecedor de 2600 ciclos. Joe está contento de recibir las llamadas, pero esa noche parecía preocupado y absorto, con el ceño constantemente fruncido sobre sus oscuros ojos errantes. Además del problema de la compañía telefónica, acaba de enterarse de que su edificio de apartamentos será demolido en sesenta días para obras de renovación urbana. A pesar de lo destartalado de su edificio de apartamentos en Union Avenue, Joe ha tenido su primera vivienda propia, y le preocupa no encontrar otra antes de que esta sea demolida. Pero lo que realmente le molesta a Joe es que los operadores de línea no le han hecho caso. "Últimamente he estado comprobando los números 800 y he descubierto que a ciertos números 800 de New Hampshire no se podía acceder desde Missouri y Kansas. Puede que parezca poca cosa, pero no me gusta ver trabajos descuidados; me apenan las líneas. Así que he estado llamando a las oficinas de los operadores de línea para informarles, pero no lo han corregido. Los llamé por tercera vez hoy y - en lugar de comprobarlo - se enfadaron. Bueno, eso me molesta. La verdad es que intento ayudarlos. Hay algo en ellos que no entiendo: quieres ayudarles y solo intentan decir que los estás engañando". Es domingo por la noche y Joe me invita a cenar con él en un Holiday Inn. Los domingos por la noche, con frecuencia Joe usa parte de su asistencia social, pide un taxi y se da el gusto de cenar un bistec en uno de los trece Holiday Inns de Memphis. Memphis es la sede del Holiday Inn. Los Holiday Inns han sido sus favoritos desde que hizo su primer viaje solo por teléfono a una centralita de Bell en Jacksonville, Florida, y se alojó en el Holiday Inn de allí. Le gusta alojarse en Holiday Inns - explica - porque para él representan libertad y porque tienen la misma distribución de habitaciones en todo el país, así que cualquier habitación de Holiday Inn le resulta familiar. Igual que cualquier teléfono. Mientras comíamos bistecs en el restaurante Pinnacle del Holiday Inn Medical Center en Madison Avenue, Memphis, Joe me cuenta los momentos más destacados de su vida como phreak telefónico. A los siete años, Joe aprendió su primer truco telefónico. Una niñera malvada - cansada de escuchar al pequeño Joe jugar con el teléfono como siempre - le ponía constantemente un candado al dial de discado. Se enojó muchísimo. Si bien había un teléfono ahí, no podía usarlo. "así que empecé berrinchear y a ametrallar el auricular. Me di cuenta de que lo golpeé una vez y marcó uno. Bueno, luego intenté golpearlo dos veces... En pocos minutos, Joe aprendió a marcar presionando la horquilla en el momento justo. "Estaba tan emocionado que recuerdo haber gritado '¡guau guau!' y haber tirado una caja al suelo". A los ocho años, Joe aprendió a silbar. Estaba escuchando una grabación de un número que no funcionaba en Los Ángeles. Por enconces llamaba a Los Ángeles, pero marcaba principalmente números que no funcionaban porque no cobraban, y me pasaba escuchando las grabaciones todo el día. Bueno, como escuchar estas grabaciones a pesar de ser de Los Ángeles puede ser aburrido después de un rato, estaba silbando, y de repente, en medio del silbido, la grabación se cortó. Seguí silbando un poco más, y pasó lo mismo. Así que llamé a la centralita y dije: "Soy Joe. Tengo ocho años y quiero saber por qué cuando silbo esta melodía la línea se corta". Intentaron explicármelo, pero era demasiado técnico para mí en ese momento. Seguí aprendiendo. Era algo que nadie me iba a impedir. Los teléfonos eran mi vida, y estaba dispuesto a pagar cualquier precio para seguir aprendiendo. Sabía que podía ir a la cárcel. Pero tenía que hacer lo que tuviera que hacer para seguir aprendiendo. El teléfono suena cuando volvemos al apartamento de Joe en Union Avenue. Es el Capitán Crunch. El Capitán me ha estado siguiendo por teléfono, llamando a todas partes con consejos y explicaciones adicionales para mí y cualquier maniaco telefónico que visite. Esta vez, el Capitán informa que llama desde lo que describe como "mi escondite en lo alto de Sierra Nevada". Emite fuertes salvas de lunes a viernes y le dice a Joe que está a punto de "salir a jugar esta noche". Haz algo de phreaking de otro tipo, si me entiendes." Joe se ríe entre dientes. El Capitán me dice entonces que me asegure de entender que lo que me dijo sobre bloquear las líneas telefónicas del país era cierto, pero que él y los phreaks telefónicos que conocía nunca usaron la técnica para sabotear. Solo la aprendieron para ayudar a la compañía telefónica. "Les solucionamos muchos problemas. Como esta falla en la línea WATS de New Hampshire/Missouri de la que he estado hablando. Les ayudamos más de lo que creen." Después de despedirnos del Capitán y despidirlo con un silbido, Joe me cuenta un sueño inquietante que tuvo la noche anterior: "Me habían atrapado y me llevaban a una prisión. Fue un viaje largo. Me llevaban a una prisión muy, muy lejana. Nos alojamos en un Holiday Inn. Era mi última noche en un Holiday Inn, y era la última noche que usaba el teléfono. Lloraba sin parar, y la señora del Holiday Inn me dijo: «Caramba, cariño, nunca deberías estar triste en un Holiday Inn. Siempre deberías estar feliz aquí. Sobre todo porque es tu última noche». Y eso solo empeoró las cosas y lloraba tanto que no podía soportarlo. Dos semanas después de que salí del apartamento de Joe Engressia, agentes de seguridad de la compañía telefónica y la policía de Memphis irrumpieron. Armados con una orden judicial (que dejaron clavada en la pared) confiscaron todos los aparatos de la habitación, incluido su teléfono de juguete. Joe fue arrestado y llevado a la cárcel de la ciudad, donde se vio obligado a pasar la noche, ya que no tenía dinero y no conocía a nadie en Memphis a quien llamar. No está claro quién le dijo qué a Joe esa noche, pero alguien le dijo que la compañía telefónica tenía un caso resuelto en su contra debido a las revelaciones de actividades ilegales que había hecho a un agente encubierto de la compañía. Por la mañana, Joe estaba convencido de que este periodista de Esquire - con quien había hablado dos semanas antes - era el agente encubierto. Probablemente albergó malos pensamientos contra alguien a quien no veía ganarse su confianza, escuchándolo hablar de sus obsesiones y sueños personales, mientras planeaba encerrarlo. "De verdad pensé que era un reportero", declaró Engressia al Memphis Press-Scimitar. "Le conté todo...". Sintiéndose traicionado, Joe procedió a confesarlo todo a la prensa y a la policía. Resulta que la compañía telefónica sí usó a un agente encubierto para atrapar a Joe, aunque no era este reportero de Esquire. Irónicamente, los agentes de seguridad fueron alertados y comenzaron a preparar un caso contra Joe debido a uno de sus actos de amor por el sistema: Joe había llamado a un departamento de servicio interno para informar que había localizado un grupo de troncales de larga distancia defectuosas y para quejarse de nuevo del problema del WATS de New Hampshire/Missouri. A Joe siempre le gustó que las líneas de Ma Bell estuvieran limpias y respondieran. Un operador de telefonía sospechoso denunció a Joe a los agentes de seguridad, quienes descubrieron que nunca le habían cobrado llamada de larga distancia alguna. Entonces, los agentes de seguridad descubrieron que Joe estaba planeando uno de sus viajes telefónicos a una centralita local. El personal de seguridad infiltró a uno de sus agentes en la centralita. Se hizo pasar por un estudiante de operador de línea y siguió a Joe en una visita guiada. Fue extremadamente amable y servicial con Joe, llevándolo del brazo por la oficina. Al terminar la visita, le ofreció llevarlo de vuelta a su apartamento. De camino, le preguntó a Joe —de técnico a técnico— sobre "esas cajas azules" de las que había oído hablar. Joe habló de ellas con total libertad, de su BlueBox y de todas las demás cosas que podía hacer con los teléfonos. Al día siguiente, los agentes de seguridad de la compañía telefónica intervinieron la línea de Joe, y finalmente captaron una llamada ilegal. Luego solicitaron la orden de allanamiento e irrumpieron por la fuerza. En el tribunal, Joe se declaró inocente de posesión de una BlueBox y robo de servicio. Un juez comprensivo redujo los cargos a daños maliciosos y lo declaró culpable, contenándolo a dos penas de treinta días a complir simultáneamente, y luego suspendió la pena con la condición de que Joe prometiera no volver a jugar con teléfonos. Joe prometió, pero la compañía telefónica se negó a restablecerle el servicio. Durante las dos semanas posteriores al juicio, no fue posible contactar con Joe excepto a través del teléfono público de su edificio de apartamentos, y el casero filtraba todas las llamadas. El phreak telefónico Carl logró contactar a Joe después del juicio y afirmó que Joe parecía destrozado por todo el asunto. "Lo que me preocupa", me dijo Carl, "es que Joe habla en serio esta vez. Prometió que nunca volverá a hacer phreaking telefónico. Eso es lo que me dijo, que ha dejado de usar el phreak telefónico para siempre. O sea, para toda la vida. Dice que sabe que lo van a vigilar tan de cerca el resto de su vida que nunca podrá hacer nada sin ir directo a la cárcel. Parecía muy destrozado por toda la experiencia de estar en la cárcel. Fue horrible oírlo hablar así. No sé. Espero que haya sido que tuviera que sonar así. Por teléfono, ¿entiende?. Informe que toda la clandestinidad del phreak telefónico está indignada por el trato que la compañía telefónica le da a Joe. Mientras Joe tenía puestas sus esperanzas en su solicitud de trabajo en una compañía telefónica, lo estaban dilatando, esperando para arrestarlo. Eso me enfurece. Joe se pasaba la mayor parte del tiempo ayudándolos. Esos cabrones. Creen que pueden usarlo como ejemplo. De repente, nos están acosando en la costa. Los agentes están interfiriendo en nuestras líneas. Ayer mismo le quitaron el silenciador a -------- y le cortaron las líneas. Pero haga lo que haga Joe, no creo que nos quedemos de brazos cruzados". Dos semanas después, suena mi teléfono y unos ocho phreaks telefónicos, uno tras otro, me saludan desde unos ocho lugares diferentes del país, entre ellos Carl, Ed y el Capitán Crunch. Se ha restablecido una línea de conferencia telefónica nacional a través de una centralita en --------, con la cooperación de un operador de línea descontento. "Tenemos un invitado especial hoy", me dice Carl. La siguiente voz que oigo es la de Joe. Cuenta con alegría que acaba de mudarse a Millington, Tennessee, a veinticinco kilómetros de Memphis, donde una pequeña compañía telefónica independiente lo ha contratado como reparador de teléfonos. Algún día espera ser solucionador de problemas de equipos. "Es el tipo de trabajo con el que soñaba. Se enteraron de mí por la publicidad que rodeó el juicio. Quizás Ma Bell me hizo un favor al descubrirme. Tendré teléfonos en mis manos todo el día". --- Nota: Ron Rosenbaum es el autor de The Shakespeare Wars, Explaining Hitler y How the End Begins: The Road to a Nuclear World War III, donde exploramos la red de los hackers originales. Según el obituario del New York Times del fundador de Apple Steve Jobs tras leer dicho artículo, éste y su socio Steve Wozniak -fundadores de Apple- "colaboraron en la construcción y venta de cajas azules, dispositivos ampliamente utilizados para realizar llamadas telefónicas gratuitas e ilegales. Recaudaron un total de 6.000 dólares gracias a esta iniciativa".