# «Peer-Atería» ## El streaming era perfecto... hasta que dejó de serlo En 2020, se declaró la muerte de la piratería audiovisual. El streaming había triunfado. Netflix costaba 8,99 dólares al mes. Tenía todo. Nada de torrents, ni sitios web sospechosos, ni malware. Solo había que hacer clic y mirar. Pero para 2024, ocurrió algo imposible. ## Piratería Las visitas a sitios web se dispararon a 216.000 millones, una cifra superior a la registrada antes de que Netflix existiera. Las empresas que acabaron con la piratería la resucitaron. Y lo hicieron traicionando todos los principios que las impulsaron al éxito. Ahora, el 76% de los jóvenes piratea contenido sin dejar de pagar suscripciones. Los sitios de piratería modernos ofrecen mejores interfaces que Netflix. Y la industria se enfrenta a pérdidas de 13.000 millones de dólares para 2027. ¿Cómo pudieron las empresas multimillonarias cometer un suicidio financiero tan espectacular? La historia comienza con un simple tuit. ### ¿Qué hizo que el streaming fuera tan exitoso? (y por qué cambió) Una suscripción a Netflix que costaba 8,99 dólares en 2019 ahora cuesta 15,49 dólares. Pero eso es solo el comienzo. Disney Plus se lanzó a 6,99 dólares, prometiendo entretenimiento familiar asequible. Hoy cuesta 15,99. Eso representa un aumento del 129% en dólares en 5 años. HBO Max comenzó como una opción premium a 14,99. Su nuevo plan Ultimate cuesta 20,99, casi 21 dólares al mes para un servicio de streaming. El estadounidense promedio ahora gasta 580 dólares al año en streaming. Eso es más que el seguro de auto de la mayoría de las personas. Pero el problema es que ya no puedes elegir solo un servicio. ¿Quieres ver The Office? Necesitas tener Peacock. ¿Game of Thrones? Necesitas HBO Max. ¿Las series de Marvel? ¿Disney Plus, Stranger Things? Están en Netflix. Para tener todo lo que tu familia quiere, necesitas seis suscripciones diferentes. La factura mensual alcanza los 100 dólares antes de que hayas visto un solo episodio. Imaginen a una familia sentada a la mesa de la cocina, calculadora en mano, intentando calcular cómo costear el entretenimiento de sus hijos. Papá revisa los precios de las suscripciones, mamá calcula los gastos mensuales. Los niños preguntan por qué no pueden ver las series de las que hablan sus amigos. Este es el momento en que el streaming murió. «Nos encantaría tener los márgenes que tiene Netflix», dijo a los inversores el director ejecutivo de Disney, Bob Iger. Traducción: «Quiero exprimir al máximo a los clientes, igual que Netflix». Las compañías que prometieron reemplazar la costosa televisión por cable se volvieron más caras que la misma televisión por cable. Pero subir los precios fue solo el principio: lo que Netflix hizo después cruzaría una línea que ninguna compañía había cruzado antes. En 2017, Netflix tuiteó con orgullo: «El amor es compartir una contraseña». Para 2023, cobraban 6,99 dólares adicionales por lo mismo. El tuit se hizo viral. Repentinamente, Netflix parecía genial, comprensivo, humano. Habían entendido: las familias comparten cuentas, los universitarios se loguean como siendo sus padres. Eso no es robar, eso es amor. Pero documentos internos revelan que los ejecutivos de Netflix ya estaban considerando la compartición de contraseñas como un problema de ingresos. En 2019 − mientras celebraban públicamente el hecho de compartir − en privado conspiraban para destruirlo. Mas tarde, en 2022, Netflix perdió un millón de suscriptores en un solo trimestre: la primer pérdida de suscriptores en la historia de los censos de la compañía. Cundió el pánico, las acciones se desplomaron. Los inversores exigieron una compensación. ¿Y cuál fue la solución de Netflix, se preguntarán? ## Responder traicionando. A sus propios clientes. Netflix afirmó que 100 millones de hogares le robaban al compartir contraseñas. El mismo comportamiento que habían celebrado con emojis de corazón y retuits, repentinamente se convertía en robo. La contraofensiva comenzó en 2023: si intentabas iniciar sesión desde una ubicación diferente, Netflix exigiría una prueba de que vivías allí. Estudiantes universitarios perdieron el acceso a sus cuentas familiares, padres que viajaban por trabajo no podían acceder a sus propias suscripciones. ¿Quieres compartir con tu hijo universitario? Eso costará 6,99 dólares adicionales al mes. ¿La abuela está viendo Netflix en casa de su hija durante la quimioterapia? Otros 6,99 dólares. Disney estudió el éxito de Netflix y copió la estrategia. Hulu siguió su ejemplo. HBO Max se sumó ya que estaba. De la noche a la mañana, toda la industria se opuso a compartir contraseñas. Una estudiante universitaria regresa a casa para las vacaciones de invierno y se instala para ver una serie con su madre. La pantalla muestra un error: «Este televisor no parece ser parte del hogar para esta cuenta». Su propia cuenta familiar, tratándola como una delincuente. Las empresas que construyeron imperios basados ​​en la comodidad y la conexión ahora vigilaban a las familias como si fueran transacciones bancarias sospechosas. La telenovela «Compartir contraseñas: Del amor al robo» rompió algo fundamental entre los servicios de streaming y sus clientes: la confianza. Y una vez rota, no se arregla fácilmente. Pero destruir las relaciones con los clientes fue solo el preámbulo. Lo que HBO hizo a continuación sorprendió incluso a los líderes de la industria. ## Eliminación de contenido y avaricia corporativa La empresa gastó millones en crear «Westworld». Recibió nominaciones al Emmy por ella y luego la eliminó de su propia plataforma para evitar pagar regalías. Westworld le costó a HBO 10 millones de dólares por episodio: cuatro temporadas, elogios de la crítica, rumores de premios, una serie emblemática que definió el prestigio de la cadena. Luego, Warner Bros. Discovery la desapareció. La eliminó. Desaparecida como si nunca hubiese existido. La razón: evitar los pagos residuales al elenco y al equipo. HBO preferiría borrar su propia obra maestra antes que pagar a quienes la crearon. Pero Westworld fue solo el comienzo del apocalipsis del contenido. En un solo día de febrero de 2025, HBO Max eliminó 80 programas. Los suscriptores se despertaron y encontraron sus listas de reproducción vacías. Los clásicos de Cartoon Network también desaparecieron de la noche a la mañana. Programas que definieron la infancia fueron eliminados para reducir costos. Los padres que intentaban compartir dibujos animados nostálgicos con sus hijos encontraron páginas vacías donde solían estar sus series favoritas. La estrategia que implementaron se llama «deterioro de contenido»: eliminar programas de su plataforma, declararlos como pérdidas comerciales y obtener deducciones fiscales. El efecto: destruir arte para ahorrar dinero. Incluso Disney se unió a la fiesta de la destrucción de contenido. Sin explicación alguna, desaparecieron de Disney Plus programas enteros. Series que las familias han estado viendo juntas simplemente se desvanecieron a mitad de temporada. «Seguimos gestionando agresivamente nuestra base de costos», dijeron los ejecutivos de Disney a los inversores. Traducido: «Eliminaremos cualquier cosa que nos cueste un centavo en residuos». Un padre y su hijo de 8 años están a mitad de una serie de dibujos animados. Martes por la noche, hora de ver películas en familia. Abren Disney+ y nada. Sólo un marco vacío en el Smart TV, donde antes solía estar su experiencia compartida. El niño pregunta: «Papá, ¿dónde se fue nuestra serie?». Y el padre no tiene respuesta porque las empresas decidieron que el entretenimiento de su hijo valía menos que sus márgenes de beneficio trimestrales. Esta es la locura de la destrucción de contenido: empresas que gastan millones en crear series y luego gastan millonadas en borrarlas. ## Iza la bandera negra Sin embargo, mientras los servicios de streaming borraban su propio contenido y cobraban a las familias por compartirlo, algo interesante estaba sucediendo en los rincones más oscuros de la Internet. Los sitios de piratería modernos comenzaron a ofrecer interfaces similares a las de Netflix, con streaming instantáneo, sin anuncios y jamás eliminando contenido. Todo aquello lo que los servicios de streaming solían prometer. Atrás quedaban los días de los sitios de torrents sospechosos, llenos de malware y ventanas emergentes: las plataformas de piratería mas en boga parecen ahora servicios de streaming diseñados profesionalmente. ## Auge de la Piratería: Mejor experiencia de usuario, mejor servicio Sitios como YTS y 1337X ofrecen diseños limpios y minimalistas, barras de búsqueda elegantes, pósteres de películas y cuadrículas perfectas, valoraciones y reseñas de usuarios. Tienen diseños adaptables a dispositivos móviles que funcionan a la perfección en teléfonos y tabletas viejos. Simplemente hacemos clic en cualquier película, y comienza a transmitirse al instante. Al igual que Netflix, no requieren conocimientos técnicos, pero tienen todas las películas jamás creadas. Sus buscadores funcionan de verdad. Escribo el nombre de cualquier programa y doy con él al instante. Estos sitios de piratería no tienen restricciones geográficas, son la verdaera águra telemática, una torre de babel siempre erecta. Todos las series de todos los países se encuentran disponibles en todas partes. Nada de esa tontería de «este contenido no está disponible en tu región». No se necesita VPN, los contenidos nunca desaparece. Aquella caricatura de la infancia que HBO eliminó sigue ahí. La serie cancelada que Netflix había eliminado, está disponible y entera. Mientras que los servicios de streaming audiovisual legales se convirtieron en puertas giratorias, los sitios de piratería se convirtieron en la biblioteca permanente de internet. Y lo aún más sorprendente: los sitios ilegales ofrecen un mejor servicio al cliente que los legales. Digamos que queremos ver una película específica en Netflix; «búsqueda no encontrada». Consultamos otras aplicaciones, y aún no están disponibles. Quizás podemos probar si lo que Amazon Prime tiene por 4.99 dólares de alquiler se encuentra en un sitio de piratería. Buscamos, hacemos clic y lo vemos en HD gratis al instante. Sin gestión de suscripciones, sin restricciones para compartir contraseñas, sin aumentos de precio inesperados, sin contenido que desaparece a mitad de temporada. Los piratas cumplieron todas las promesas que los servicios de streaming rompieron. No debería parecer extraño: son células de hackers de la Federación Rusa, India, China, Belarús, Brasil, México, Corea del Norte, Nigeria, y Myanmar, provistos de equipos, dinero y capacidad. Mientras los ejecutivos del streaming se centraban en las ganancias trimestrales y la seguridad de las contraseñas, los piratas se centraban en los intereses geopolíticos que coincidían con la experiencia del usuario mundial. ¿Adivinen qué enfoque prefirieron los clientes? El resultado fue la mayor migración en la historia de Internet. En 2024, hubo 216.300 millones de visitas a sitios de piratería. Eso es más que la población de todos los países del mundo juntos. Para poner esa cifra en perspectiva, si cada visita a un sitio de piratería fuera de una persona, sería 27 veces la población del planeta. El éxodo del streaming a la piratería también ocurrió mucho más rápido de lo que se predijo. En 2020, la piratería había caido a mínimos históricos: solo 130.000 millones de visitas. El streaming legal parecía haber ganado la guerra. Pero para 2024, esta cifra se había disparado a 216 mil millones de visitas, un aumento del 66 % en tan solo 4 años. ## ¿Por qué la Generación Z lidera la rebelión? La Generación Z lideró la rebelión. El 76% admite piratear contenido mientras sigue pagando suscripciones legítimas. No están abandonando los servicios de streaming por completo, favorecen la coexistencia pacífica. Ambos sistemas − legales e ilegales − les permiten conseguir lo que quieren. La mitad de los jóvenes cancelaron al menos un servicio de streaming en los últimos 6 meses. Se están rebelando. Suecia ofrece un vistazo a la escala global: el 25 % de la población piratea contenido. En un país europeo desarrollado y rico, una de cada cuatro personas ha renunciado al streaming legal. El aumento de la piratería no se limita al cine y la televisión. Para variar, solo la piratería de manga − cómics asiáticos, principalmente japoneses − explotó un 347% entre 2019 y 2024. De cualquier tipo de contenido, de cualquier grupo demográfico, de cualquier país, un impresionante 24% del tráfico de internet de Norteamérica, Europa y Asia Pacífico se destina a la piratería. Es más que una actividad de nicho. Es un comportamiento generalizado. Pero esto es lo que diferencia a esta migración de la antigua era del servicio de compartición musical Napster: el 80% de la piratería moderna se basa en streaming, no en descargas directas. La gente ya no acumula contenido en sus discos duros: tratan los sitios de piratería directamente como plataformas alternativas a Netflix. Imaginen un mapa del mundo que se ilumina en tiempo real con la actividad de piratería. Puntos que aparecen cada segundo. Millones por hora. Es una visualización global que representa la insatisfacción del cliente con toda una industria. Los adolescentes en Suecia, los universitarios en California, las familias en Australia, todos tomando la misma decisión de forma independiente. Los servicios de streaming nos fallaron, así que encontraremos alternativas. No importa si los contenidos a disposición están concertados para atacar la industria estadounidense. La realidad es que más del 50% de la Generación Z y los millennials ya han cancelado al menos un servicio en los últimos 6 meses. Ese es un mensaje claro, señalaron los analistas de la industria. El mensaje es simple: «Traiciona a tus clientes y te abandonarán por millones». No pinta bien para Netflix y compañía. Se proyecta que los servicios de streaming perderán 13.000 millones de dólares para 2027, lo que lo convierte en el error empresarial más costoso en la historia de la industria del entretenimiento. Impacto económico: 113.000 millones de dólares en pérdidas. Esa cifra es tan grande que resulta casi imposible de comprender. Para contextualizar, 113.000 millones de dólares superan el PIB total de Marruecos. Es suficiente dinero para financiar la NASA durante cuatro años. Solo Estados Unidos pierde entre 29.200 y 71.000 millones de dólares al año debido a la piratería digital. Esa es la producción económica de estados enteros que se desvanecen en el vacío digital. ## ¿Se suicidó el streaming? La división de streaming de Disney perdió 387 millones de dólares solo en el cuarto trimestre de 2023. No en un año, sino en tres meses. Warner Bros.-Discovery registró una asombrosa pérdida de 10.000 millones de dólares en el segundo trimestre de 2024. Esto es dinero real, empleos reales, consecuencias reales. El resurgimiento de la piratería cuesta 70.000 empleos estadounidenses cada año. Ingenieros de sonido, editores, escritores, asistentes de producción: carreras enteras borradas porque los clientes huyeron a alternativas ilegales. Los precios de las acciones cuentan la historia del pánico de los inversores. Las acciones de Disney cayeron tras la pérdida de suscriptores. Warner Bros.-Discovery se convirtió en una advertencia sobre la mala gestión corporativa. Las acciones de Netflix siguen volátiles mientras el crecimiento se estanca. Imaginemos la sala de juntas de la sede de Disney. Ejecutivos con trajes caros mirando los informes trimestrales que muestran su primera caída de suscriptores, gráficas y tablas pintan una imagen de fracaso corporativo. Bob Iger se da cuenta de que su estrategia de aumento de precios ha fracasado catastróficamente. La misma escena se repite en Warner Bros. Discovery, HBO, Paramount y todas las demás compañías de streaming. Los ejecutivos que pensaban que los clientes no tenían otro lugar a donde ir están descubriendo que los clientes SIEMPRE tienen otro lugar a donde ir. «Si bien existe cierto optimismo respecto a que las contramedidas emergentes y las mejores prácticas podrían lograr que la piratería comience a estabilizarse para 2027, no hay consenso entre las partes interesadas sobre cuándo podría comenzar a disminuir», admitió Steve Holly, analista de Parks Associates. En otras palabras: La industria no tiene idea de cómo solucionar este problema. La comparación con el Titanic parece adecuada. Los ejecutivos del streaming − convencidos de su propia falta de sincronización − se estrellaron directamente contra el iceberg de la rebelión de los clientes. El daño ya está hecho. La pregunta ahora es ¿cuántas empresas sobrevivirán al hundimiento? Esto es lo que sucede cuando las industrias multimillonarias olvidan la regla más básica de los negocios: «El cliente siempre tiene la razón». ## Reflexiones finales + Lo que vendrá Entonces, ¿cuál es la conclusión? ¿Ha muerto el streaming? Hoy en día, la industria lucha desesperadamente por controlar los daños. Ofertas combinadas que intentan recrear los paquetes de cable, rebajas de precios que parecen demasiado poco y demasiado tarde. Todo está en el asador. La lección fundamental parece simple: la comodidad y el valor siempre ganan. Cuando las opciones legales se vuelven incómodas y caras, los clientes buscan alternativas, incluso ilegales. Cuando las empresas priorizan las ganancias a corto plazo por encima de la satisfacción del cliente, no solo pierden clientes, sino que germinan su propia competencia. La guerra del streaming terminó. Los clientes ganaron. Y su arma predilecta fue la misma piratería que el streaming supuestamente eliminaría para siempre. Solo el tiempo dirá qué sucederá con el streaming.