La isla del Delta Cuando era un adolescente con el sentimiento de incompresión por la sociedad, nos íbamos algunas veces a la tercera sección del Delta de Tigre (los de capital o zonas más lejanas le dirán "El Tigre", no sé por qué tan engendros). Era toda una aventura, no solo la previa con los preparativos, si no también el viaje, a veces en catamarán y otras en una lancha que manejaba un amigo (todos menores sin carnet de timonel, esas cosas no existían, por lo menos no en nuestra realidad alterada). Una de esas veces cuando salimos en catamarán del puerto de Tigre, vimos pasar flotando un pibe un poco más grande que nosotros estimo, ahogado, de más está decir. El conductor inmediatamente llamó a prefectura. Fue impresionante ver la muerte de un ser extraño flotando en el río Luján. Ver la muerte tan de cerca para un adolescente que se cree inmortal resulta complejo. Todavía puedo ver con claridad pasar a ese muchacho, que quién sabe por qué visicitudes de la vida, había encontrado la muerte en ese río lleno de aceite, el cuerpo duro, los nudillos huesudos y la mirada perdida. Creo que esa mirada vacía me va a acompañar por el fin de mis días. Ojalá haya podido encontrar la paz que el río no le dio. Siguiendo esta narración que me ha llevado por senderos que estaban guardados en mi memoria esperando ser contados, esperando dejarlos en un texto que será brisa de bits cuando los formatos no puedan ser leídos, que desaparecerá como la internet que comenzó con otro ímpetu, con otra impronta, con otro deseo y que después nos infectó el alma de publicidad y control y algoritmos. Siento que me acompaña la nostalgia en algunos casos, los recuerdos se tergiversan, cambian el sentido de los relatos; me veo a mi mismo cazando con poca pericia algún pájaro que no recuerdo el nombre con el rifle del 12, me veo después dispararle a una boga en un arroyo donde venían a desovar, después tirarme del muelle a nadar, después bracear y cansarme, pensar que también me iba a ahogar y gracias a un amigo darme cuenta que hacía pie en ese lugar (la mente puede ser muy traicionera). Había un viejo que vivía en el fondo, en otro terreno de donde estábamos parando nosotros, que cruzamos en el muelle a la hora de una de las vueltasa casa. Recuerdo que se bañaba el sobaco ahí entre los juncos, tenía la nariz partida, inclinada hacia un costado y claramente era un borracho. Después con el breve diálogo lo afirmó: "Nadie va a hacerme que deje de tomar", o algo así, y cruzaba las muñecas como indicando cierta fortaleza para resistir eso. También mencionaba: "ya sabemos que vinieron los pibes porque están a los tiros", esa era su referencia de nuestra presencia. Otra vez se nos prendió fuego un bidón de nafta para la lancha y pudimos haber volado en pedazos. Uno de los pibes estaba alimentando el fuego para cocinar no recuerdo qué y cuando quiso avivarlo el bidón estaba muy cerca y agarró todo el caminito de combustible. La fogata fue imponente, y la noche nos descubrió sorprendidos, inconscientes de lo sucedido como esa época un tanto soporífera. En una ocasión quise incursionar en el remo, tratando de de dirigir un chinchorro por el arroyo, con escasa habilidad, pero eso no podíamos evidenciarlo porque serímos condenados por el resto. Los hombres (adolescentes, niños) no debíamos exponer nuestras falencias en la isla, era de citadinos. Cosa que claro que éramos, pero ahí teníamos que disfrazar nuestra falta de conocimientos por ginebra Bols, saber remar, pescar y conocer las mareas, como saber leer lo que el río nos decía, al estilo de Siddhartha. En otra oportunidad nos quedamos sin agua potable y tomamos jugo Tang hecha con agua del río. El proceso consistía en dejar el agua asentarse en un colador rectangular un rato, hacerse el macho y tomar el jugo sin quejarse, demostrando la hombría. Era un asco, ahora sí puedo decirlo. Fue una época maravillosa la de las incursiones en el Delta, plagada de descubrimientos, de algunas discusiones entre nosotros, de soledad de adolescentes, de compartir música, de fumar cigarrillos armados de tabaco comprado en el almacén.