Súper Europa Cuando era adolescente me picaban las ganas de aprender a manejar. Ningún curso ni nada por el estilo como se hace ahora. Antes le rompías las bolas a un pariente hasta que lo cansabas y te decía, bueno te enseño. Pero ojo, de buena gana, es una simple interpretación a la distancia el figurarlo como que molestaba. Bueno, dejando de lado mis retorcidas explicaciones innecesarias, la cuestión es que aprendí con mi tio en un 128 Súper Europa desvencijado y maltratado a morir, pidiendo las últimas autorizaciones de pista por unas calles de barrio con complicaciones en las transversales (nadie en los barriosz y calles internas miraba para los costados en las bocacalles). Me sentía imponente, inmenso, sublime, infinito arriba de mi 128 destartalado. Las ruedas ya no tenían un solo dibujo. Tampoco tenía un mango como para comprar nuevas, además de que el tema del mantenimiento de un auto era un terreno absolutamente desconocido para mí. El carnet lo saqué también junto con mi tío a través de un conocido en el registro, así que también me fueron desconocidas pruebas u otras cosas extrañas que habitan el mundo de hoy. Ya en tiempo de lanzarme a la aventura e ir a buscar a mis amigos con mis nuevos y a estrenar 18 años, el desafío se presentaba al querer estacionar en algún lugar. Imposible en calles principales, es por ello que me iba por Lavalle y esperaba y los llamaba por un novedoso y emergente Movicom, del tamaño de un ladrillo: "Estoy acá en Lavalle!". Y mi amigo se acercaba 2 cuadras para poder subirse y empprender la aventura de ir a los de otro amigo para jugar al Pc fútbol. Llegar a la calle Castelli no era complicado, no había grandes congestiones y poca concurrencia a esas horas, generalmente los viernes por la noche. Era momento de ser DT y armar el equipo con Kanchelskis, Babangida y otros más. Jugábamos todos los encuentros a resultados, es decir, en una probabilidad de ganar-empatar-perder según la táctica y formación de nuestro equipo contra otro, haciendo campaña desde a veces la D hasta llegar a primera. Otras veces en el campeonato italiano, otras en el español. Eso sí, cuando chocábamos entre nosotros nosotros jugábamos "visionado" quera la reproducción del juego sin intervención directa de nosotros, pero en base a nuestras directivas y formaciones. Generalmente éramos 3 y algunas otras veces se sumanban otros amigos, pero como no reflejaban la misma pasión no era tan ameno. Esto era... ¡la vida! Permítanme disculparme pero se me mezclan los recuerdos. Porque aparece en vista un viejo Renault 12 de tiempo después en estos eventos. Sobre todo cuando volvía enojado sin hablarle a mi amigo en el viaje de vuelta por haber perdido el campeonato. Volver en silencio, con el ambiente que se cortaba con vidrio era mortal. Juro que compraría pochoclos para ver de nuevo esa escena como un tercero. Pero volvamos al Súper Europa. Recuerdo agarrar 11 de septiembre a buena marcha y que las ruedas lisas se la bancaran... recuerdo no muchas cosas más y no sé por qué acerca de ese auto. Pero lo que sí me puedo acordar es del desenlace. Una tarde no sé bien por qué, si tenía tachito de venta o porque mi tío pasó el dato, vinieron unos gitanos a querer comprarlo. El modus operandi de estos changos siempre era igual: te prometían una plata (baja por cierto) que vos aceptabas y depsués cuando aparecían días después, al momento de concretar la venta decían que tenían menos, ejerciendo cierta presión mafiosa, por así decirlo. Como ya estabas entregado, renegabas pero aceptabas. Y así fue como el 128 Súper Europa se fue en propiedad de los gitanos. Por si no lo sabían, las transferencias no eran con la misma exigencia de ahora y posiblemente pasaran algunos dueños hasta que se realizara la operación en el registro. No recuerdo a ciencia cierta quién era el titular, solo tengo recuerdo grabado a fuego de esas ruedas lisas.